𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔
– ¿Qué haces aquí? –le pregunta extrañada, reparando en la mancha en su camiseta.
–Casi me obligaron a venir –responde igual de sorprendido que ella–. ¡Te alcanzo luego! –exclama por lo fuerte de la música mirando por sobre el hombro de la castaña.
Esta sigue su mirada y ve a un chico de la edad de ambos asentir frenéticamente mientras se aleja con una blanca sonrisa impresa en el rostro.
–¿Y tú? –inquiere volviendo la mirada a ella.
–Pues, toda mi escuela está aquí –dice mirando a su alrededor.
–Ya... –musita, parece nervioso.
–Sí... –divaga con la vista en sus manos–. ¿Alex? –le llama y el chico le mira con ojos expectantes–. ¿Tú... crees que podamos regresar juntos a casa? –vacila.
– ¿Con quién has venido? –le pregunta frunciendo el ceño.
–Amigos –responde secamente–, pero en este punto no sé dónde están Emily o Sara, ni siquiera sé de Adrián –encoge los hombros recorriendo con la mirada todo el lugar, esperanzada aún de dar con alguno de ellos.
–Sí... sí claro –titubea rascando su nuca.
–Gracias –dice sinceramente–, entonces te veo en un rato –advierte dispuesta a ir donde tenía pensado.
–Eh... ¿a dónde vas? –le detiene del brazo antes de que empezara a andar en dirección contraria.
–Iré a por algo de beber –contesta mirándole extrañada.
–¿Puedo ir contigo? Jessica no vino y Matheo... debe estar por ahí. Y no conozco a nadie en este lugar –comenta luciendo completamente vulnerable.
–Ya, es normal si vas a la fiesta de alguien que no va en tu escuela –replica divertida. Alex encoge los brazos resignado y le mira esperando que ella decida–. ¿También quieres beber algo?
–De hecho, a eso iba precisamente. Además así no tienes que buscarme para ir a casa –sugiere.
Alexandra asiente y empieza a caminar seguida del muchacho que a duras penas puede avanzar tan rápido como ella, hasta llegar a la cocina dónde un grupo de chicos que reconoce, preparan esmerados las bebidas que Maikel ofrece como anfitrión.
–Una soda de naranja, fría por favor –le pide a un chico de chaqueta jean y un reluciente gorro verde del equipo de fútbol del pueblo.
– ¿No te animas por un traguito? –pregunta este en respuesta.
–No, gracias –dice firme esperando su lata–. ¿Me darás lo que te pedí?
–Anímate García, ¿o el oficial de policía no te deja beber? –cuestiona desafiante.
–He dicho que no, Karem –replica fastidiada rodando los ojos.
–Solo dale lo que te pidió –le exige Alex a su lado, provocándole una extraña sensación de protección que disipa la vulnerabilidad que había proyectado instantes atrás–. Ah, que sean dos sodas, gracias –dice irónico viendo al chico obedecer algo avergonzado.
–Mejor quedarte en casa eh –comenta un chico bastante alto mirando al pelinegro, haciendo referencia a sus muletas cuando choca contra él.
–Ven, no lo escuches –dice la castaña a la vez que le jala de la camiseta.
–Creo que de todas formas, tiene razón. Solo a mí se me ocurre venir a un lugar repleto de gente estando así.
–Es osado –bromea.
–Entonces, ¿aquí está bien? –señala la escalera.
–Sí, ven te ayudo a subir –sugiere–. Entonces, por... –duda con la lata en el aire–... por asistir a una fiesta que, ¿en siglos? –dice acercando la lata a la del pelinegro junto a ella.
–Por una fiesta en siglos –reafirma Alex chocando ambas latas.
– ¿Tampoco has estado en una fiesta en mucho tiempo?
–Ni siquiera recuerdo la última que bebí –murmura dándole un sorbo a su bebida–. Vaya, sí que necesitaba esto.
– ¿El qué? ¿Una soda? –pregunta divertida, viendo a la gente bailar.
–No –responde animado –. Necesitaba descansar un momento.
–Lamento ofrecerte tan poco –dice con verdadera culpa.
–Ni lo menciones –hace un gesto con la mano, restándole importancia.
La castaña bebe tranquilamente sin pronunciar palabra alguna. A pesar de haber encontrado con quién regresar a casa, se concentra en buscar a sus amigos aprovechando la altura en la que se encuentra.
–Has estado ausente –menciona Alex rompiendo el silencio que se había formado–, no te he visto en casa –explica.
–Me sorprende que lo notaras, tampoco estuviste –contrataca girando hasta quedar frente a él–. Mañana es la presentación de mi proyecto, he estado trabajando en eso.
–Terapia, obligatoria –replica en su defensa–. Bueno, si hubieses aceptado mi ayuda de seguro ya lo habrías terminado –dice con sorna.
–Oh sí, casi olvidaba que hablaba con el estudiante modelo según mi madre –asiente sonriendo–. Seamos honestos Alex, apenas y nos saludamos.
–Ya –murmura dejando entrever cierto tipo de frustración–, desde que nos conocimos no hemos hablado lo suficiente, de casi nada –comenta mirando directamente sus ojos.
–Es cierto –admite bebiendo la soda–, siempre tenemos algunos ratos en los que hablamos más –manifiesta recordando la vez que estuvieron solos en casa de la madre del pelinegro–, como este quizás. Y después... nada –resopla.
–A este paso, nos llevará un largo tiempo conocernos –reconoce.
–Ya te digo –afirma riendo entre tanto el rubor inunda sus mejillas al ver directamente al chico de ojos verdes–. ¿Y cómo haremos eso? –pregunta curiosa.
– ¿Conocernos? –enarca una ceja y Alexandra asiente–. No lo sé, pero... –se detiene y parece buscar las palabras indicadas para comunicárselo–, podríamos empezar por no huir cada vez que nos acercamos demasiado –sugiere clavando sus verdes orbes en los de color café.
–Podríamos... –susurra sintiendo sus mejillas arder.
![](https://img.wattpad.com/cover/167570463-288-k281312.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Todo por Alex
Novela JuvenilAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...