𝑫𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐
Abre los ojos lentamente, sintiendo el cansancio en todo el cuerpo. No le resulta agradable saber que al día siguiente hay clases, y que los días sin hacer nada y descansar mucho, habrán quedado ya en el pasado.
Se levanta y entra en el cuarto de baño para relajarse, si eso es posible. Se toma todo el tiempo que sus cansados ojos aprueban mientras se abren más por la luz del día.
Al salir, se encuentra con su hermana acostada sobre su cama, con los pies cruzados sobre la pared lila.
– ¿También te duele la cabeza? –pregunta Mara recogiendo su largo cabello que cae al suelo.
–No seas exagerada, Mar –responde riendo.
–No exagero, ya me dio jaqueca de recordarlo.
–Pues lo que me provoca jaqueca a mí, es la "pelea" que Ernesto sigue empecinado en mantener –dice haciendo comillas con los dedos mientras rueda los ojos.
– ¿Por Alex?
–Insiste en que no es buena idea vivir con un muchacho que no es parte de la familia.
–Alex ya es parte de la familia, Alex. Y si me preguntas, pienso que está celoso de que sea un muchacho quien esté viviendo aquí. No diría nada si fuese una chica, ¿o sí?
–No digas tonterías, no tiene por qué estar celoso –replica seria secándose el cabello con la toalla.
–Hey, no me lo digas a mí. Díselo a él –concluye para luego salir de la habitación dejando a su hermana hecha un lío.
***
–Hola mamá –saluda besando la mejilla de Carla llegando a la planta baja.
–Hola cariño.
– ¿Dónde está papá?
–Haciendo cosas de policía –bromea la mujer, a lo que esta sonríe.
–Pues desayunemos, estoy hambrienta.
– ¡No empiecen sin mí! –exclama la voz de Mara desde las escaleras.
Alexandra se sienta junto a su hermana en el comedor de la cocina mientras esperan a su madre.
– ¿Dónde está Alex? –pregunta la menor de repente.
La castaña se encoge de hombros, restándole importancia.
–Salió temprano –responde Carla acercándose hasta ellas con un plato hondo lleno de pequeños bizcochos–. Una chica rubia vino a verle y salieron juntos.
La respuesta de su madre simplemente no se la esperaba.
– ¿Una rubia? –vuelve a preguntar la de melena larga.
–Así es.
– ¿Será la misma que estuvo en el funeral?
–Sí, es ella. Cuando la vi no la reconocí, pero sabía que la había visto en algún lugar.
–No hablen de él mientras no esté presente –suelta la castaña con desdén.
–Entonces el muchacho de casa, tiene novia –comenta Mara ignorando lo que su hermana acaba de mencionar.
Alexandra toma un bizcocho, lo remoja en el café, le da una mordida generosa y se pone de pie para subir a su habitación, ignorando el llamado de su madre insistiendo que desayune como es debido.
Tras casi una hora sin hacer nada, decide tomar el móvil y marca el número lo más rápido que le permiten sus dedos. Pues así deja menos espacio y tiempo a sus tontos pensamientos.
– ¡Alexa! –exclama la voz al otro lado de la línea–. Hasta que al fin te acuerdas de mí.
–Lo siento, he estado algo ocupada –se excusa la castaña sonrojándose–. Salgamos, ¿qué te parece si paso a buscarte para ir al centro?
–Perfecto, ven ahora mismo. Te estaré esperando.
Cuelga la llamada y se calza unas deportivas antes de salir de su habitación.
–Mamá, iré a ver a Emily. Quedamos en ir al centro –indica cuando llega a la sala.
– ¿Estás bien? ¿Por qué subiste así a tu habitación? –le cuestiona la mujer sentada en el sofá.
–Estoy bien –murmura la castaña en voz baja.
–Bueno, te quiero aquí en dos horas –pide Carla y Alexandra asiente.
Camina hasta la puerta, al abrirla ve al pelinegro parado en la entrada de la casa, con la mirada en el suelo, lleva el cabello más corto que ayer y en su rostro se esboza una sonrisa que parece que nadie podría borrar. Pero no está solo, detrás de él se asoma una melena rubia, que tal como lo había dicho su hermana, estuvo en el funeral.
Sin decir nada, se hace a un lado para salir. El muchacho levanta la vista y cruzan miradas por unos segundos antes de que la castaña salga corriendo hacia la calle.
Ya en la esquina, se detiene para recuperar el aliento. Pero, ¿por qué hizo eso?
¿Realmente no le interesa saber nada en cuánto al muchacho de ojos verdes respecta?
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Todo por Alex
Novela JuvenilAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...