𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔
Se ata las cuerdas de la zapatilla y toma sus muletas apoyadas en el armario de la habitación. Con habilidad ahora más que antes, se pone de pie para acercarse al espejo. Su cabello sigue húmedo aún por lo que toma una toalla pequeña del cajón para secárselo. Al terminar tiene la apariencia de un tipo rebelde con lo alborotado de sus mechones oscuros.
Mete tres cuadernillos dentro de la mochila que Carla insistió en comprarle, la cierra y la deja sobre la cama antes de salir de la habitación de invitados.
Siente de pronto a alguien chocar contra su espalda. Se gira lentamente y se encuentra con la mirada de la castaña observándolo con poca vergüenza.
Al pronunciar un par de palabras nota las mejillas de Alexandra ruborizadas. Oculta la sonrisa que aquello le provoca, bajando la cabeza. Cuando esta se desaparece de su campo de visión siente el móvil vibrar en sus pantalones.
–Hey, apresúrate, ya estoy afuera–dice Matheo.
–En un momento salgo.
Va rápido hacia la cocina, toma el almuerzo que lleva "Alex" como leyenda y después va a la habitación para tomar su mochila y meter la bolsa de papel en el pequeño bolsillo de enfrente.
–Buenos días señora Méndez –saluda entrando en el asiento trasero de la camioneta.
–Oh Alex, me alegra mucho verte otra vez –responde la mujer girándose para acariciar las mejillas del muchacho.
–Gracias por recogerme.
–Ni lo digas, soy muy feliz haciéndolo.
Alex sonríe tímido y agradecido por el cariño que puede sentir de personas allegadas a él.
***
Al poner un pie y dos muletas en la puerta de la secundaria Valle Dorado las miradas se dirigen hacia él sin disimulo alguno.
El moreno a su lado le incita a seguir, pero el pelinegro siente que no puede hacerlo.
–Sólo ignóralos –le susurra a su oído.
Dan unos cuántos pasos hasta entrar por completo al recinto.
–No me gusta que me miren.
–Es gente sin importancia. Cuando estás bien todos están, pero te pasa algo y ni siquiera se aparecen para acompañarte –espeta Matheo haciendo referencia al funeral al cual asistieron menos de la mitad de las personas que tienen sus ojos puestos en el pelinegro.
–Lo sé, pero sabes que nunca me ha gustado llamar la atención.
–Siempre has llamado la atención –dice una voz femenina acercándose hasta ellos–. No intencionalmente claro –se apura a terminar la joven besando la mejilla de Alex.
– ¿Por qué lo dices Jess? –pregunta Matheo.
–Pues... Alex es muy apuesto, además de que le va bien en todo lo que hace.
–Hasta ahora –murmura el pelinegro levantado una muleta.
–Vamos antes de que Rubén nos deje fuera del aula –comenta la rubia y los tres avanzan hasta el aula donde afortunadamente comparten la primera clase.
Entran y Alex vuelve a ser el centro de atención. El hombre rechoncho sentado detrás del escritorio se pone de pie al verle entrar.
–Alex, te doy mis condolencias. Si necesitas hablar con alguien solo búscame –le dice el profesor atropelladamente.
El pelinegro solo asiente, Matheo le toma del brazo y le ayuda a llegar a su asiento donde se deja caer para al fin sentir alivio en la pierna derecha. Regresar a la escuela le va a costar más de lo que imagina.
–Bien, iniciemos. Soy Rubén Castillo para los que no me conozcan y seré su profesor de matemáticas este año, como los anteriores.
La típica y aburrida presentación que escucha de Rubén desde hace ya dos años le provoca jaqueca.
Tras una hora de clase sin ninguna pausa y muchos bostezos por parte del moreno a su lado, el profesor pide la participación de los alumnos para un ejercicio propuesto en el pizarrón.
–Vamos, anímense –repite por tercera vez el hombre sin obtener una mano alzada como respuesta–. Entonces yo elegiré –dice resignado–. Noriega, venga. Sé que puedes hacerlo.
Alex levanta la mirada del papel donde tiene la respuesta al problema. No le gusta admitirlo, pero siempre le ha ido bien con los números, gracias a su padre.
Se pone de pie, ya Rubén le espera frente al pizarrón sosteniendo un plumón en la mano.
Al llegar a la altura de este, lo toma y nervioso desarrolla por segunda vez el ejercicio.
–Excelente, Alex –comenta el profesor sonriendo al ver la respuesta.
El muchacho se gira para volver a su asiento sintiendo las miradas de todos sin excepción. Se deja caer a la derecha de Matheo lamentando recibir la atención que no pidió y sabiendo que ninguna mirada es de los ojos café que vio muy cerca por la mañana.
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Todo por Alex
Teen FictionAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...