Abril 17 | Alexandra

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𝑫𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐 

Alisa el vestido contemplando su imagen frente al espejo y se dedica una sonrisa.

–Estás preciosa –escucha que dicen desde la puerta.

–Que va, mírate a ti –responde mientras toma el móvil del escritorio.

–No sabía que elegir. No entiendo muy bien el propósito de esta cena. Sé que es porque Alex regresó, pero sigue sin parecerme apropiado sacarlo de casa cuando debería descansar.

–Va, va. Para ya –le detiene con las manos en el aire.

– ¿Por qué?

–¿Desde cuándo te preocupa tanto Alex?

– ¿No estás tú preocupada por él? –le cuestiona su hermana algo asombrada.

–Ya... pero mamá quiere hacer esto, así que lo haremos. Y ya... no quiero que todas nuestras conversaciones sean sobre él. No es solo por Alex esta cena, también es por papá.

– ¿Por papá? –pregunta confundida–. ¿Qué pasa con papá?

–Tuvo un ascenso en el trabajo. Papá es el nuevo Jefe del Departamento de policía –dice expectante de la reacción de su hermana.

–Eso sí que no me lo esperaba –contesta Mara con la expresión incrédula–. ¿Y por qué soy la última en enterarme?

–Me he enterado esta mañana, mamá me lo ha dicho cuando íbamos de camino al hospital. No te resientas, ¿bueno?

–Felipe García, el nuevo Jefe del Departamento de Policía del pueblo –anuncia Mara con voz de locutor–. Ya imaginé los diarios.

–No exageres, no creo que sea noticia mientras alguien más lo es por el momento –comenta refiriéndose a Alex.

–Ya te digo. Debe ser duro que hablen de ti todo el tiempo. Pero como tú no quieres hacerlo, ¿mejor me cuentas cómo te fue? –pregunta la chica sentándose sobre la cama.

– ¿Cómo me fue con qué? –cuestiona confundida sentándose a su lado.

–Con Ernesto –dice rodando los ojos–. Lo vi desde la ventana.

–Nada especial –contesta la castaña–. Hablamos y ya todo está bien.

– ¿Y por qué siento que no es así? –vuelve a preguntar Mara.

–Todo está bien, lo prometo. Es más, vendrá con nosotros –dice revisando su teléfono móvil.

–Todos invitando a sus parejas –murmura rodando los ojos.

– ¿A qué te refieres con eso? –inquiere quitando la vista de su móvil.

–Alex también invitó a esa chica –responde su hermana saliendo de la habitación cuando escucha al auto de mamá encenderse.

<<Línea de división>>

El camino al restaurante no es largo, pero así parece ser por el incómodo silencio que se ha formado desde que dejaron la casa.

–La reservación es para dentro de media hora, pero está bien llegar temprano para esperar a nuestros invitados –dice Carla captando la atención de todos dentro del automóvil.

–Puedo abogar por mis amigos, suelen ser muy puntuales –dice Alex mirando el teléfono móvil que tiene entre las manos.

– ¿Y tu novia? –pregunta la castaña de repente, y el silencio sepulcral se hace presente otra vez. Apenas y se mueve al siente el sudor frío recorrer su espalda baja. 

¿Pero en qué estaba pensando? se dice interiormente.

– ¿Qué? –pregunta el pelinegro en respuesta, aparentemente tan sorprendido como Mara a su lado.

–Bien, llegamos –anuncia Carla desde el asiento de piloto y sale cerrando la puerta detrás de ella.

Alexandra imita a su madre y sale del auto con dirección al elegante lugar, dejando atrás a su hermana, a Alex y a la incómoda sensación de sentirse tonta. Camina apresuradamente pisándole los talones a su madre y solo se detiene cuando siente el móvil vibrar dentro del pequeño bolso de mano que lleva consigo.

–Hola –dice al tomar la llamada.

– ¿Qué debo usar amor? –pregunta su novio al otro lado de la línea–. No estaba seguro de si es una ocasión formal. Olvidé preguntártelo.

–Es formal Ernesto, pero puedes venir como quieras. Es una cena con mi familia, ya hemos tenido muchas, esta no es especial –dice mientras se para en puntillas para buscar con la mirada a su madre.

–Bueno. Debo ayudar a Harry con la tarea, pero estaré allí en media hora. ¿Me esperas?

–Está bien cariño –corta la llamada al momento que se sienta a la mesa bajo la atenta mirada de su madre.

– ¿Qué fue eso? –le pregunta cruzándose de brazos.

– ¿El qué? –cuestiona desencajada al no saber a lo que se refiere.

–Lo que le preguntaste a Alex en el auto –dice con intriga–. La forma en que lo hiciste, ¿no crees que lo asustaste? 

–Fue simple curiosidad –se anticipa a decir–. Mara quería saberlo, así que pregunté por ella.

–Ya, sé cómo es Mara –dice negando con la cabeza.

–¿Crees que lo asusté? –su madre encoge sus hombros en respuesta.

– ¿Nada más que eso? –pregunta después Carla.

–Nada más que eso –finge una sonrisa que se le desvanece cuando ve a Alex entrar entre las mesas repletas de personas vestidas igualmente elegantes, junto a una castaña vestida con un vestido corto de color lila sosteniéndole por la cintura, tal como ella había hecho esa mañana.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora