Marzo 27 | Alexandra

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𝑫𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐

– ¿Crees que deba hacerlo ahora? –pregunta con tono cansino.

–Será mejor así –toma sus manos y las acaricia sutilmente, para darle tranquilidad y aplacar los nervios, que son evidentes.

–No lo sé, creo que sería mejor esperar. Acaban de llegar.

–No hay de que preocuparse. Tú espera aquí, iré a por él –le dice dedicándole una dura mirada.

– ¿Estás segura de que este es un buen lugar para hablar? –pregunta el castaño tomando su mano evitando así, que dé un paso más.

–No puedes aplazar más esto.

– ¿Y si vamos afuera?

–Como quieras.

Deja al muchacho solo en la sala de estar y se dirige a la única habitación de la planta baja.

Una leve capa de sudor va cubriendo lentamente su frente a medida que se acerca más a la puerta.

Pone los nudillos sobre la madera y golpea tres veces sobre esta, esperando a que alguien conteste del otro lado. Al escuchar unos pasos acercarse, se aleja un poco.

Se queda quieta al ver a la misma rubia que siempre va con el pelinegro, asomar la cabeza por la puerta entreabierta.

–Oh –pronuncia con sorpresa la joven rubia–. Alex, alguien quiere verte –dice al momento que se hace a un lado, dejando a la vista a muchacho de ojos verdes acostado sobre la cama, y en el borde de la misma, un chico moreno le mira atentamente.

–No quería molestar –se anticipa a decir Alexandra con una expresión seria marcada en el rostro.

–Ni lo menciones –le tranquiliza la chica frente a ella mientras hace una seña con la mano, restándole importancia–. Tú debes ser Alexandra. Yo soy Jessica.

–Sí, lo sé.

–Es un gusto –dice sonriendo ampliamente.

–Igualmente –contesta.

– ¿Sí? –pregunta Alex llegando a la altura de ambas.

– ¿Puedes salir un momento? Tengo algo que decirte.

Sin esperar respuesta, se gira pidiendo internamente que el muchacho le siga los pasos.

Cuando cree estar en un lugar donde nadie les escuchará, se gira nuevamente, y aliviada observa al muchacho detenerse frente a ella.

– ¿Qué ibas a decirme? –pregunta afirmándose en sus muletas.

–Verás... Ernesto está aquí.

– ¿Y bien? –duda Alex.

–Ha venido a disculparse contigo.

<<Línea>>

Impaciente golpea el suelo de la cocina con las zapatillas que llevan las agujetas a medio hacer.

– ¿Dónde está Ernesto? –le pregunta su hermana sentándose a su lado.

–Afuera... con Alex –responde ansiosa.

– ¿Me perdí de algo? –cuestiona con sorpresa.

–Vino a disculparse por lo que le dijo. Ya sabes.

–Y ¿fue idea suya?

– ¿Por qué lo preguntas? –le pregunta a Mara mientras ve la hora en la pantalla del móvil–. Ya llevan fuera diez minutos.

–Si no fue su idea venir a disculparse con Alex, ¿no te has puesto a pensar en cómo se siente al tener a su novia presionándole para hacerlo?

–No lo presioné...

– ¿No piensas que está aquí por ti y no por Alex?

–Conozco a Ernesto, si sabe que hizo algo mal, verá la manera de arreglarlo –dice con la cabeza gacha dudando de sus propias palabras.

–Si dices conocerlo, ¿cómo es que no viste venir su "amenaza" hacia el chico con el que vives? –pregunta haciendo comillas con los dedos.

–Ya, no tengo cabeza para pensar en eso.

–No estés nerviosa, tú lo has dicho. Él verá la manera de arreglarlo –dice y se levanta del sofá, dejándole sola con más dudas que antes.

¿Su hermana tendrá razón? Debió haber esperado a que Ernesto decidiera por cuenta propia, el querer ofrecerle disculpas a Alex.

¿Por qué siente que se encuentra en medio de ambos, sin opción a inclinarse por uno más que por el otro? Y, ¿por qué está pensando en eso?

A los minutos se pone de pie y empieza a andar de un lado a otro sin dejar de revisar el móvil.

Se gira repentinamente al escuchar la puerta abrirse.

–Chicos, al fin. Vengan a cenar –les dice Mara a la mitad de las escaleras.

–Yo no tengo hambre, discúlpame con Carla –escuchar decir a Alex.

–Pues yo sí –interviene Ernesto.

–Sí, pasa al comedor –le dice su hermana al castaño–. Alex –habla esta vez dirigiéndose al muchacho de muletas–. ¿Dónde está Matheo?

–Se disculpa por no haber podido quedarse –responde y se dirige a la habitación de invitados.

–Pues, ni modo – la chica se encoge de hombros y se acerca a Alexandra–. Venga, vamos a comer.

– ¿Dónde está papá?–le pregunta, pero no obtiene ninguna respuesta–. Espero haya hecho lo que le encargué –susurra para sí misma.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora