Marzo 24 | Alex

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𝑱𝒖𝒆𝒗𝒆𝒔

La alarma sonando le hace despertar, como de costumbre, bañado en sudor. Esta vez no despierta por mérito propio y da las gracias que el pequeño aparatito en la mesa de noche lo sacara de su pesadilla.

– ¿Hasta cuándo? Joder –maldice por lo bajo.

Siente que nada está yendo bien. Primero, la pelea con Lucas, después tener que soportar seguir llevando las molestas muletas a todos lados, y por último, Eva...

Tras tomarse su tiempo en la ducha y ordenar sus pensamientos bajo el agua fría, se viste con ropa cómoda. Y tal como le dijo Felipe, empaca en una mochila que este le dio, solo lo necesario. Mientras lo hace, siente el móvil vibrar en el bolsillo de sus pantalones cortos.

–Hola Jess –saluda al tomar la llamada.

– ¿Cómo estás? No te he visto hace días. Me enteré por Matheo lo que pasó con ese idiota.

– Solo han pasado dos días –rueda los ojos, aunque sabe que la chica no le ve–. ¿Por Matheo?

–Sí, bueno... Ya toda la secundaria lo sabe.

–Ya. No pasa nada Jess, solo te pediré que me pases los apuntes de las clases que compartimos juntos desde el lunes. ¿Lo harías?

–Haría cualquier cosa por ti, Alex.

–Gracias, eres la mejor.

–Entonces, ¿cuándo te veré?

–Pues hoy no. Al parecer es una tradición para ellos acampar por estos días.

– ¿Tú acampando? –pregunta incrédula su amiga.

–Lo sé -admite y ríe–. Pero no me permiten quedarme solo, además de que hubiera sido descortés de mi parte rechazar su invitación.

– ¿Y cuándo planean volver?

–No lo sé. Pero te llamaré en cuánto llegue, para quedar.

–Está bien. Cuídate Alex, ¡que lo pases fenomenal! –exclama haciéndole separarse del móvil.

Cierra la mochila y se la pone al hombro dispuesto a salir, abre la puerta y ve a Felipe parado frente a esta con la mano en el aire, seguramente con la intención de tocar.

–Que bien que no a ti no tenga que despertarte –le dice sonriendo.

–Buenos días –saluda tímido, sigue avergonzado él porque haya tenido que ir a recogerlo el día en que lo reportaron.

<<Línea de división>>

Las letras improvisadas de las canciones que van cantando todos, menos Alexandra, le causan gracia, y a su vez, le resultan  aburridas.

Sin que nadie lo note, se coloca el auricular derecho, ya que da para la ventana. No es que se sienta ansioso por llegar, pero no ve la hora de bajar del auto y estirar las piernas.

Tras un recorrido que le pareció interminable, y cuando al fin el Chevrolet se estaciona, siente la necesidad de salir lo más pronto posible. Lo que se le dificulta al tener las muletas dentro de la cajuela, por sugerencia de Felipe.

Al ver a todos bajar, la impaciencia le invade. Aún no puede andar por cuenta propia y los calambres en su pierna izquierda no se hacen esperar.

Pero se tranquiliza al ver que aún queda una persona dentro.

– ¿Me ayudas? –le pregunta sin más preámbulo, pues bien sabe que si lo piensa demasiado, al final terminará por no hacerlo.

–Pensé que no querías que yo te ayudara en nada –contraataca la castaña cruzada de brazos.

–Se lo habría pedido a Mara, de no ser porque salió en cuánto pudo.

– ¿Entonces soy la segunda opción?

–Vamos, esto compensará que no me ayudaras por segunda vez ayer.

–Si mal no recuerdo, dijiste que te molestaba que te ayudara.

–Yo no dije eso, fue lo que tú entendiste –admite extrañado.

–Y lo entendí perfectamente.

– ¿Olvidamos lo que pasó ayer? –propone estirando su mano para estrecharla con la de ella.

–No puedo olvidar haberte interrumpido.

–Ah, eso –sin explicárselo, tiene la necesidad de fijar su vista en sus deportivas blancas–.Siento que hayas tenido que verlo.

–No hagas eso, Alex.

– ¿Hacer qué? –inquiere frunciendo el ceño.

–No pidas disculpas por los impulsos de tu novia.

–Pero... ¿Qué?

–Tranquilo, no te pongas nervioso.

– ¿Tenías planeado repetir lo que te dije ayer? –pregunta después de componerse.

–No, surgió la oportunidad de hacerlo –dice segura y baja del auto.

Segundos después la puerta a su lado se abre, dejando a la vista a Alexandra sosteniendo las muletas, las cuales tarde un momento en tomar.

–No tienes que agradecer –dice y empieza a caminar alejándose de él, ahora sí dejándole por completo, solo.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora