Marzo 27 | Alex

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𝑫𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐 

– ¡Alex! –exclama la chica rubia que corre inmediatamente al verle bajar del auto.

–Hola Jess –responde abrazándole mientras intenta mantener el equilibrio.

–Te echamos de menos –admite la joven separándose de él.

– ¿Echamos? –pregunta confundido al no haber visto a nadie con ella en la acera.

–Sí, Matheo y yo –gira la cabeza en busca del moreno, sin encontrarlo.

Alex imita a su amiga y con la mirada busca a su amigo por todos lados. Hasta que da con él.

–Ya sabes cómo es Math –comenta mientras señala con el índice hacia la puerta de la cajuela del auto de Felipe.

– ¿Crees que le interese esa chica? ¿De verdad?

–No lo creo, solo es amable –responde viendo a su amigo cargar la mochila de la menor de los García–. Además está Sofía.

–Es por eso que pregunto, precisamente. Pero... míralo, no sonríe de esa manera cuando está con ella.

–Ya...

– ¡Hey Matheo! –grita la rubia.

Alex siente unos brazos rodearle por la espalda y al segundo siguiente sus pies se despegan del suelo y sus muletas caen sobre este, mientras escucha una risa tras él.

– ¡Ya bájame Matheo! –le regaña a su amigo.

–Lo siento, solo quería sorprenderte –se disculpa el moreno, dejándole en el suelo otra vez, para después tomar las muletas y entregárselas nuevamente–. ¿Qué esperan? Vamos, Mara nos invita a cenar con ustedes.

–Tú no cambias –bromea la joven.

***

–Así que... ¿cómo la pasaste? –pregunta Matheo acostado sobre la cama.

–Bien supongo –duda un instante–. Tienen una cabaña en medio del bosque.

– Ahora entiendo por qué no respondías mis mensajes –dice su amiga rodando los ojos.

–No fue el único motivo. Felipe nos quitó los teléfonos, según él, para "concentrarnos en la naturaleza a nuestro alrededor" –cuenta haciendo comillas con los dedos.

–Al menos no estuviste encerrado en tu habitación todo el día, todos los días –se queja el moreno.

– ¿Y Sofía? –pregunta extrañado Alex.

–También salió del pueblo –responde desanimado.

–Casi se me olvidaba –anuncia Jessica palmeando su frente –Morris levantó tu castigo.

– ¿Qué? –pregunta sorprendido.

–Al parecer hubieron testigos, y ellos dijeron que quién empezó la pelea fue Lucas.

– ¿Cómo lo sabes? 

–Nos lo dijo, dijo que te avisáramos que podrías regresar mañana a clases –esta vez es el chico quien responde.

–Bien –resopla Alex–. Ya empezaba a aceptar la suspensión –admite sorprendiendo a sus amigos.

– ¿Qué dices? –preguntan sus amigos al unísono.

–Pues quedarme aquí, implicaría no ver a Eva unos días –suelta revelando lo que su mente quiere evitar.

– ¿Por qué no querrías verla? –le pregunta la rubia.

–Olvidé contarles –recuerda y ve a sus amigos incorporarse en la cama–. Eva me besó.

– ¡¿Qué?! –exclama Matheo–. ¿Cómo estuvo Alex? –pregunta realmente intrigado.

–Lo sabía... –dice Jessica muy tranquila.

– ¿Cómo? –preguntan ambos chicos al mismo tiempo.

–Vamos muchachos. Si se nota de lejos que gusta de ti Alex– niega con la cabeza.

–Pues yo... no lo había notado –admite confundido.

–Claro, son chicos. Ustedes nunca lo notan.

–Fingiré que no dijiste eso –dice el moreno fingiendo estar ofendido–. ¿Qué planeas hacer? –le pregunta a Alex.

–No es buena disimulando, además se lo contaba a sus amigas en el baño –interfiere la chica.

–No lo sé, creo que ya me estaba acostumbrando a ella –admite cabizbajo–. Pero... ya saben. Ignorarnos no es lo que espero que nos pase.

–No es buena idea –le aconseja Jessica–. Pero descuida, ya lo arreglaremos –dice poniendo una mano sobre la pierna de Alex.

–Gracias –murmura este–. Aunque eso no es lo único que me mantiene inquieto.

– ¿Algo más que no nos hayas contado? –pregunta apuntándole con su dedo acusador.

– ¿Qué? No, no –ríe divertido.

– Entonces, ¿qué pasa?

–Aún debo usar esto –señala las muletas apoyadas sobre la mesa de noche.

– ¿Irás a rehabilitación? –le pregunta el moreno.

–Eso me ha dicho Felipe.

– ¿Por cuánto tiempo?

–Tres semanas –bufa exhausto de tan solo imaginarlo–. Si es que no son más –dice resignado.

–Pues te esperan semanas difíciles... 

– Ya te digo, no me ayudas con eso –le reprocha a su amigo.

–Alex... ¿te quedarás en esta casa permanentemente? –cuestiona cambiando radicalmente de tema.

–No tengo idea. ¿Por qué lo preguntas?

– ¿Qué pasará con tu casa? ¿No volverás allá? –inquiere la chica frunciendo el ceño. Entonces recuerda la conversación con Felipe y repasa las palabras de este, en su mente: Estoy en eso. Lo arreglaré, te lo prometo. Pero sigue existiendo la duda, algo que le impide confiar cien por cien en su palabra.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora