𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔
El timbre sonando indica que su última clase del día, ha terminado. Con prisa toma sus cosas y las mete en la mochila para salir del aula en busca de sus amigos.
Va tan distraído ensimismado en sus pensamientos, que no nota que hay alguien viniendo en dirección contraria a él. Es tarde cuando al fin alza la mirada, tropenzando contra un cuerpo, lo que provoca que pierda el equilibrio. Antes de caer de espaldas, la joven toma su mano y lo atrae hacia ella.
–Lo lamento –atina a decir.
–También yo, iba dis... distraída –balbucea nerviosa.
–Yo también.
–¿Alex? –pregunta ladeando la cabeza–. ¿No me recuerdas? Íbamos juntos en algunas clases en segundo grado, soy Eva.
– ¿Eva? –cuestiona más para sí mismo que para la chica que tiene en frente. Invoca el recuerdo en su memoria de alguna Eva de segundo grado, hasta que segundos después da con el–. Oh sí, ya lo recuerdo.
–Mírate, has crecido mucho –comenta la joven.
–Tú también –contesta sin saber que decir en verdad.
–Respecto a lo que te pasó. Lo siento mucho.
–Gracias –murmura afirmándose en sus muletas.
– ¿Te gustaría que nos viéramos más tarde? –le pregunta sorprendiéndole–. Digo, para ponernos al día –explica al ver la cara de Alex, seguramente desencajado.
–No podría pasar por ti, ya me ves –se excusa mirando la escayola.
–No tienes que hacerlo, dime dónde vives y yo iré a verte.
–Está bien.
–Genial, ¿después de la comida está bien?
–Sí, te espero.
–Hasta más tarde entonces –se acerca sutilmente hasta su mejilla para dejar un beso.
Empieza a andar hacia la salida del Valle Dorado y desde donde se encuentra alcanza a ver a un moreno apoyado contra la pared.
Llega hasta su altura en el momento justo en que este gira la vista hacia él.
– ¿Dónde estabas? Te estoy esperando desde hace mucho –le regaña.
–Lo lamento, me entretuve con alguien –indica y caminan a la par hasta el automóvil de la mamá del moreno.
–Lo dejaré pasar si me dices quién te entretuvo –comenta abriéndole la puerta.
–Ya Math -admite entrando con dificultad.
– ¿Quién?–insiste.
–Solo una chica –responde con simpleza.
<<Línea de división>>
Al estar en la habitación que con el tiempo va sintiendo como suya, se tumba sobre la cama desabotonando la camisa con esmero.
Se sienta frente al pequeño escritorio y se dispone a hacer sus deberes, empezando por la materia que menos esfuerzo requiere de su parte, matemáticas.
Casi cuarenta minutos y veintidós ejercicios después, siente el cansancio caerle como un gran abrigo sobre los hombros.
Sin saber en qué momento se quedó dormido, se remueve sobre las sábanas cuando escucha el timbre de la puerta.
Se pone de pie para ponerse una camiseta antes de salir de la habitación. Antes de llegar a la puerta ve a Mara dispuesta a hacerlo.
–Yo abro –se anticipa a decir llamando su atención, esta asiente y sube las escaleras.
–Alex –habla Eva cuando el pelinegro abre la puerta.
–Sentémonos –invita señalando el suelo del porche. Ella parece no tener ningún inconveniente en hacerlo.
– ¿Es esta tu casa? –pregunta Eva ayudándole a sentarse.
–No –responde dejando las muletas apoyadas en la pared.
–Lo supuse, escuché la voz de una chica. Cómo has estado desde... ya sabes.
–Mejorando –suspira cruzando los brazos en su pecho.
–No imagino lo que debiste haber sentido. Yo no podría lidiar con algo así a los dieciséis.
–No hablemos de eso, por favor –pide evitando sonar molesto.
–Claro... bueno yo llegué hace un mes. Ya sabes, me mudé a la ciudad el año pasado.
– ¿Cómo te fue por allá? –pregunta con fingido interés.
–Bastante bien. Pero mamá extrañaba el pueblo, es mucho más tranquilo. ¿No lo crees?
–Ya te digo –murmura viendo hacia la calle por donde se asoma Alexandra con un muchacho a su lado.
– ¿La conoces? –le pregunta la joven a su izquierda mirando hacia donde él ve.
No responde al ver a la castaña despedirse del muchacho. La ve caminar hacia donde él se encuentra y siente la brisa que causa lo rápido que traspasa la puerta mirándolo a los ojos sin pronunciar palabra, lo que le incomoda más que por él mismo, es que su visita no haya recibido un saludo por parte de la hija mayor de Felipe.
– ¿Quién es?
–La chica con la que vivo –responde secamente con la vista fija en el suelo.
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Todo por Alex
Teen FictionAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...