Abril 15 | Alexandra

941 82 1
                                    

𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔 

Cierra el microondas y se gira hacia su hermana, que impaciente golpea el piso una y otra vez con la punta del zapato.

–Tranquila, estará lista en unos minutos.

–No es eso, Alexa.

– ¿Entonces? –pregunta confundida.

– ¿No crees que Alex debería haber vuelto ya? –una expresión de preocupación aparece en su rostro.

–No lo sé –murmura la castaña cruzándose de brazos–. Veamos... –checa el reloj que lleva puesto en la muñeca derecha.

–Hace cuatro horas que salió de la secundaria –replica mirando su teléfono móvil.

–No te apures, seguramente tenía planes –dice recordando a los amigos del pelinegro.

–Tal vez –duda mirando el techo de la cocina–. Aunque mamá nos lo hubiera comentado, ya sabes, para no guardarle la cena.

–Sobraremos un trozo de pizza de todos modos –dice al momento en que el horno microondas suena, indicando que ya finalizaron los cinco minutos.

–Está bien –contesta y se sienta en una de las sillas del comedor.

–Vamos, no te angusties –le anima dándole palmaditas en la espalda a su hermana.

***

Sentada en el sofá frente al televisor, siente el móvil vibrar dentro del bolsillo de sus pantalones cortos.

–Mara, levántate –le pide.

–Alexandra –murmura afligida.

Espera a que su hermana se incorpore sobre el sofá, para así poder tomar su teléfono y subir a su habitación.

–Hola –dice al tomar la llamada.

–Hola Alex –escucha que el chico exhala aliviado.

– ¿Qué pasó? –pregunta dejándose caer sobre su cama.

–Nada, quería saber cómo estabas. Hace bastante que no hablamos y... no me gusta eso. Te echo de menos.

–Qué puedo decirte. Has estado ocupado, lo estoy yo también –los ojos le empiezan a picar humedeciéndose poco a poco.

–Sé que no te respondí los mensajes, pero ha sido porque mi padre ha venido más seguido de lo que prometió. Está intentando retomarlo con mi madre.

–Cosas importantes te están ocurriendo. Qué bien por ti –dice sincera pero dolida.

–Vamos Alex, no seas indiferente –pide bajando la voz.

–No lo soy. Solo que esperaba saberlo antes que todos tus amigos.

– ¿Qué? 

–Tus amigos, e incluso Emily lo comentó hace un par de días en clase. ¿Cómo es que mi amiga sabe más de la vida de mi novio que yo?

–No se lo dije a ella, de seguro lo escuchó cuando estaba en las prácticas de básquet. Alex, lo siento, te lo contaré todo. ¿Podemos ir a cenar? En media hora más o menos.

–Ya cené Ernesto –corta la llamada y entra en la ducha tan rápido como puede. 

Después de treinta minutos, sale con el cabello goteándole por la espalda y se detiene justo antes de llegar a la cama. Mira fijamente el pijama puesto sobre las sábanas lila, mientras piensa: ¿En qué momento se alejó tanto de Ernesto? Le quiere, le quiere muchísimo, pero sabe que pasa algo y le entristece no saber qué es.

Los toques en la puerta le sacan de sus pensamientos, regresándole a la realidad.

–Anda Alex, ábreme –escucha la voz de su hermana.

–Ya voy –camina arrastrando los pies hasta la puerta–. ¿Qué te pasa? ¿No ves que acabo de salir de la du... –empieza a decir, pero se detiene cuando le ve el rostro.

–Es Alex –suelta un gemido, sus ojos están húmedos–. Está abajo...

– ¿Qué pasa Mara?

–No... no sé quién le hizo esto.

Sin esperar un segundo más y sin importarle que lo único que lleva es una toalla envuelta al cuerpo, baja las escaleras con los nervios pendiendo de un hilo.

Antes de llegar al pie de los escalones, puede ver un cuerpo sobre el sofá. La calma vuelve a ella, pero no por mucho...

Se acerca hasta el sofá y lo que ve, le deja perpleja. Un nudo se forma en su garganta y otro en el estómago, sus piernas tiemblan cuando intenta acercarse más a él.

– ¡Alex! –suelta un grito ahogado.

El pelinegro está inconsciente, tiene el labio y ceja partidos, sangre recorre su frente y también desciende de su nariz. Los moretones son evidentes en sus mejillas y sus ojos están cubiertos por grandes bolsas oscuras.

Cae de rodillas junto a él y trata de contener el llanto. Lleva sus temblorosos dedos al rostro del muchacho y con miedo de lastimarlo aún más, acaricia levemente las partes donde no hay sangre ni rastro de golpes, que son escasos.

– ¿Qué te hicieron? –susurra.

Recorre con la mirada el cuerpo de Alex y puede notar que la férula está rota, lo que aumenta su preocupación. Pone una mano sobre su pecho, que lleva la camisa abierta, para sentir su lenta respiración.

–¿Qué hacemos Alexandra? –pregunta su hermana evidentemente afectada también.

–Llama a papá –responde sin pensarlo.

–Lo hice y no responde –dice sollozando asustada.

–¡Sigue insistiendo! –exclama lo más fuerte que puede.

Siente el cuerpo a su lado, removerse. El rostro del muchacho se contrae, como si fuese consciente del dolor que a simple vista, parece ser muy difícil de soportar. Abre lentamente los ojos y su mirada se posa sobre ella.

–Alex... –dice aliviada y él presiona su mano en respuesta–. Aquí estoy –asegura tomando la mano del chico con fuerza.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora