Marzo 11 | Alex

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𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔 

Sentado sobré el sofá en la sala, revisa el móvil contestando los mensajes de su amiga y sonriendo de vez en cuando al ver las fotos que esta le manda.

Cuando escucha el timbre sonar, piensa que tal vez Felipe y Carla olvidaron algo. Pero esa idea es rápidamente descartada al recordar que ellos llevan las llaves de su casa, por lo cual no habría necesidad de llamar a la puerta.

Como puede abre la puerta al llegar a esta para encontrarse con su amigo vestido elegantemente parado en el porche.

– ¿Qué haces aquí? –le pregunta sorprendido por verlo–. Te dije que no iría.

–No seas tonto, no vine por ti –se rasca la nuca nervioso.

–No preguntaré, porque ya sé la respuesta. Ya te dije que no intentaras nada con ella –suelta completamente serio.

–No intento nada, solo la invité al baile.

Escucha el sonido de unos tacones en la escalera. Gira la cabeza para ver a una Mara totalmente diferente a la que había visto hasta ahora. Va realmente guapa.

Antes de dejar ir a su amigo tan fácilmente y casi librándose de lo que probablemente le diría Felipe si estuviera aquí, le retiene un momento.

–No intentes nada. Hablo en serio Matheo.

–No lo haré, ¿crees que dejaría a Sofía por ella?

–Si no tienes intenciones de hacerlo, no intentes nada con Mara entonces.

–Está bien, está bien. Ahora deséame suerte para que mi novia no nos vea.

–Vete antes de que te golpee con estas armas –bromea señalando ambas muletas y el moreno ríe nervioso.

<<Línea de división>>

Cuando ve a Alexandra subir, decide ir también a la habitación en la que duerme.

Se acuesta con cuidado procurando que su pierna metida en el yeso descanse como debe ser.

Con el brazo doblado por debajo de la cabeza, simulando una almohada, porque nunca le ha gustado usar una en realidad, trata de dormir sin tener que pasar por encima de las palabras de su madre nuevamente.

Pero antes de conciliar el sueño por sí mismo, tocan la puerta haciéndole enojar. Se acerca con pereza a abrirla y al hacerlo ve los ojos café que disipan la molestia que creía sentir.

Debe reconocer que el que Alexandra haya dado el primer paso y se haya acercado a él, sin antes preparar el terreno arriesgándose a una posible negativa de su parte, le pone de buen humor.

Aunque también le desencajó el hecho de que la castaña empezara a hacerle preguntas que él ha estado evitando responder, por obvias razones. Solo Matheo sabe esas cosas de su vida, nadie más.

–Jessica no es mi novia. Podría decir que, es mi mejor amiga.

Ve a la castaña exhalar pareciendo más relajada que segundos antes.

–Oh... tiene bonitos ojos –comenta, y a él le parece divertido que crea que Jessica tenga ojos bonitos, cuando son los ojos café de Alexandra los que a él le parecen los más bonitos que ha visto hasta entonces.

–Tal vez –dice llevándose más palomitas a la boca.

– ¿Por qué no fuiste al baile de tu escuela?

–Nadie quiere ir con alguien que va con muletas –miente.

–No lo creo –responde negando con la cabeza.

– Y qué hay de ti, ¿por qué no fuiste al tuyo? 

–Pues, mi pareja me canceló unas horas antes.

Él se queda en silencio, no sabe que decir. Pensaba que había sido ella quién había decidido no asistir.

Al no escuchar respuesta alguna de su parte, Alexandra vuelve a hablar, o más bien a preguntar:

– ¿Sabías que tu amigo iría al baile con mi hermana?

–No, no sabía que Matheo había invitado a Mara.

– ¿Es de fiar? –cuestiona, él la mira frunciendo el ceño sin saber a quién se refiere–. Matheo –continúa pareciendo responder la duda muda que Alex tiene.

–Lo es para mí, lo conozco hace mucho tiempo.

–Confío en eso.

No sabe que decir así que cree conveniente mirar hacia la pantalla donde las imágenes siguen pasando, ahora no entiende nada. Al parecer se ha perdido unos minutos del filme por la conversación que ha tenido.

– ¿Quieres beber algo? –escucha preguntar a la castaña a su lado.

–Eso estaría bien.

–Iré por unas bebidas, ya regreso –indica y se levanta para salir de ahí.

El pelinegro no puede hacer más que contemplarla a cada paso que da, sin importar que cada vez se aleje más.

Todo por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora