𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔
– ¿Y cómo te sientes con eso? –pregunta la rubia a su lado.
–Pues... bien, supongo –responde dubitativo cruzándose de brazos.
–Pues decírmelo –le incita acariciando su rodilla.
–Ya... pues, no lo sé. ¿Cómo debería sentirme? –pregunta encogiéndose de hombros–. Si no quiere verme por un tiempo, está bien.
–Hiciste bien –le anima–, debes darle tiempo para que olvide lo que siente por ti–dice tranquilamente cerrando sus ojos cuando la brisa golpea sutilmente su rostro.
–Ya lo creo –susurra bebiendo de su jugo–. Pero, creo que tengo algo de culpa, Jess –suelta de pronto, sorprendiéndose a sí mismo.
–No te sientas culpable por gustarle –replica Jessica.
–No seas tonta –niega riendo–. Creo que no debí invitarla a la cena, tal vez eso le hizo creer que yo tenía un interés especial por ella.
–No lo creo –admite mirándole fijamente–. Ella malinterpretaría cualquier gesto que tuvieras con ella, aunque no fuese un detalle particular.
–No lo entiendo –dice confundido–. Pensé que había quedado claro cuando hablamos al respecto, pero tal parece que para ella no.
–Alex, cuando te enamoras de alguien ves todo de otro modo. ¿Cómo te lo explico? –duda por un momento–. El amor hace que todo luzca bonito, tan deslumbrante que te ciega y no puedes ver con claridad lo que sucede a tu alrededor. No puedes ver incluso si esa persona siente o no lo mismo por ti.
– ¿Crees que a Eva le pase eso conmigo? –cuestiona frunciendo el entrecejo.
–Es más que evidente. En verdad me sorprende que no lo notaras antes, la escuché varias veces hablando de ti, con sus amigas. ¿Y tú? Sin percatarte de nada en absoluto–le reprocha al momento en que levanta las manos echándole porras a su novio en la cancha.
– ¿Qué puedo decir? Soy malo para interpretar las señales de las chicas.
–Vaya Alex, lo dices como si nosotras fuéramos de otro planeta.
–Una cosa Jess –dice captando su atención–. No creo que eso pase siempre que estés enamorado –vacila.
– ¿Por qué lo dices? –inquiere algo ofendida.
–Pues... no me pasó eso con Leah –responde seguro, seguido de un largo suspiro al pronunciar su nombre–. No vi todo deslumbrante, siempre fuimos muy conscientes de lo que pasaba a nuestro alrededor. Vimos la realidad, y no era bonita.
–Lo de ustedes fue diferente.. fue diferente. Y no me refiero a... –empieza a decir, pero el pelinegro hace una seña con las manos para evitar que continúe–. Bien, no hablemos de eso.
–Gracias –susurra tratando de guardar la imagen de su ex novia en su memoria.
–Pero, en algún momento tendremos que hablar del tema. No puedes huir siempre –replica fulminándolo con la mirada–. Lo entiendo ¿sí?, lo haremos a tu ritmo.
–Lo sé –confiesa esperando que aquel día no llegue.
<<Línea de división>>
–Y solo pasas la incógnita a este lado y podrás despejarla, es bastante sencillo –le explica al moreno que le mira frunciendo el ceño con evidente confusión.
–No lo es –replica este algo fastidiado–. Pero te entiendo mejor que a ese inepto profesor –dice tecleando sobre la pantalla del móvil.
–De nada Math –bromea el pelinegro regresando la vista a sus propios apuntes.
–Muchos módulos por resolver, ¡Alex, enloqueceré! –exclama fingiendo desesperación.
–Tranquilo, tenemos estos días para terminarlos.
– ¿Qué haría sin ti? –le pregunta con seriedad–. ¡Déjame compensarte! –vuelve a exclamar entusiasmado haciendo que Alex se sobresalte de la impresión.
–Bueno, no me vendría nada mal una hamburguesa –comenta masajeando su estómago por encima de la camiseta roja que lleva puesta.
–No hablo de comida Alex, sino de algo más divertido que comer –responde sonriendo de oreja a oreja.
– ¿A qué te refieres? –pregunta confundido–. No Math –dice negando frenéticamente con la cabeza al reconocer los gestos de su amigo–. No tengo ganas de una fiesta –asegura echándose hacia atrás agotado.
–Vamos Alex, es viernes y somos un par de adolescentes que necesitan algo de diversión –dice apoyándose sobre la mesa acercándose más a él.
–Sonaste muy mayor diciendo eso –comenta riendo–. Y yo... ya tuve mucha diversión hace un par de semanas. ¿Lo recuerdas? –su expresión se torna sombría al recordar lo que le pasó.
–No seas tonto. No lo diré otra vez, tú vendrás conmigo –ordena.
– ¿De quién es la fiesta? –contrataca hábilmente.
–Eso es lo de menos, no necesitamos una invitación para poder entrar –levanta las manos restándole importancia a aquel detalle.
–No sabes eso –dice frunciendo los labios.
–Lo sé, lo sé –balbucea inseguro mirando su teléfono móvil–. Santiago conoce al dueño de la casa, él nos hará entrar.
– ¿Santiago? ¿Entonces Jess también irá? –pregunta con ánimo renovado.
–Si ella va, ¿también lo harás tú? –enarca una ceja y se cruza de brazos.
–Bien –acepta resignado.
–Genial, entonces le preguntaré. Oye –dice antes de pegar el teléfono móvil a su oreja otra vez–, fingiré que no me duele que prefieras ir con Jessica y no te baste solo conmigo.
–Seguro –murmura viendo a través de la ventana, para luego volver a su libro y tratar de entenderlo, mientras que su amigo habla con alguien más.
–Santiago dice que la fiesta es de un amigo suyo que estudia en el "San Gabriel" -comenta–. Un momento, ¿no es esa la escuela donde van Alexandra y Mara? –pregunta confundido.

ESTÁS LEYENDO
Todo por Alex
Teen FictionAlex Noriega lleva una vida normal, como la de cualquier adolescente, le va muy bien. Pero todo cambia repentinamente al sufrir la tragedia más grande de todas. Tras perder a sus padres en extrañas circunstancias, su vida no vuelve a ser la misma...