17. Anticuario

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Ya saben como funciono, le meten play por ahí.
(Noten mi humor por fas).

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Madrid. Octubre 2018.

Juan Pablo Villamil

Vacío.

Así me sentí cuando Gaby me abrazaba. Sin sentimientos. Después del discurso de Anahí en la puerta, no dejé de pensar en que mis acciones estaban pasando los límites. Pero ella no sabía que todo era involuntario, era como si fuese una costumbre para mi acercármele.

Las palabras de Marto cada vez me hieren más. Juro que no quiero ser el malo de la película. Con esto no digo que sea una víctima tampoco. Sólo soy un idiota que no toma decisiones.

Trataron de animarme. Bueno, dependiendo de cómo uno lo mire. Si es bueno salir y que me encuentre con la muchacha que me quita el sueño en medio de la peatonal, tocando una guitarra con un ritmo melódico y sentido, entonando unas estrofas que enmarcan nuestra noche con tal interpretación que la vuelvo a vivir, con esa voz tan dulce y suave, pero que rompe conmigo en sus arranques de rabia; entonces supongo que le dieron en la nota.

Se que no estaba en su itinerario. Es más ellos se escondieron ni bien se dieron cuenta.

Lo que nos sorprendió fue la reacción de Martín ni bien se dió cuenta de quién daba el espectáculo. Se dirigió al tumulto de gente como si hubiese entrado en un hechizo. La actuación de Ana lo dejó perplejo, asombrado, impresionado, emocionado y otros "ados".

Isaza logró robarle el tiempo de mañana en la noche. Son sus últimos días en Madrid y el quiere recompensarle.

Está más que claro que yo iré, su invitación estaba abierta a todos. Por lo que cuando se hizo la hora, salgo de mi habitación arremangándome la camisa, listo para salir.

— Y usted qué?.- me pregunta un Isaza bastante arreglado para su inocente cita con Anahí.

— Había una invitación abierta para un bar. Y pensé que no tengo nada que hacer.- su sonrisa peculiar se asoma.— ya, sabe que no pienso perdérmelo.-

— Listos?.- llega de atrás Simón.

— Y usted qué?.- le decimos a tono con Isaza.

— Yo, quiero cenar con la cita de Isaza.- dice sin escrúpulos.

— Búsquese su cita Moncho.- se cruza de brazos divertido.

— Esa iba a ser mi cita, pero me la robaste.- se ríe con los ojos chinos.

— Pues se jode por lento.- agarra las llaves.— me voy a buscarla.

De atrás sale una voz.— Deje la dirección pri.- Todos nos dimos vuelta. Marto estaba arreglándose el cabello en un moño, arreglado para salir.

— Marto...- trato de hablar pero se me adelanta.

— Quiero poder quitarme la culpa y saber que soy capaz de disculparme. Aunque la deteste, esas no fueron formas de tratar a una mujer... no son formas de tratar a una persona... punto.-

Una parte de mi está contento. Otra parte está inquieto de cómo puede terminar esta noche.

— Me parece lo correcto.- le sonríe Isaza.— la tarjeta está en la mesa. No lleguen tarde.- dice al cruzar la puerta.

— Bueno... andando.- nos apura Moncho y esto que está por suceder es bien raro.

Fuimos directamente al bar de la tarjeta y era un teatro-bar. Según Isaza, había una mesa a su nombre.

— Bien, mesa para seis, por aquí.- nos guía la recepcionista y estamos frente a la tarima, el mejor lugar.

— Seis? Se perdió alguien?.- pregunta Moncho pero lo ignoro completamente, porque lo veo entrar a Isaza y de su brazo colgaba literal Ana Markez. Era la niña de mis sueños. Llevando un vestido que yo mismo imaginé. Quizá no exacto, pero era muy parecido. Luce hermosa con esa delicada tela azul. Sus piernas amenazaban con asomarse por el corte de costado del vestido. Su chaqueta de mezclilla dejaba la intriga del escote de su vestimenta. Su cara se enmarcaba con un pelo delicadamente ondulado, y un maquillaje sutil, a excepción del morado de sus labios. Dios, ayúdame a sobrevivir esta noche.

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