Bogotá. Junio 2021.
Juan Pablo Villamil
Una cena como no hemos tenido en mucho tiempo.
Mamá estaba alegre, papá estaba relajado y feliz. Era un lindo cuadro.
Cocinamos toneladas de pizzas, éramos bastantes. Hicimos varias de integral, con lo que se les ocurra, cebolla y queso magro, verduras, con tomate, cosas saludables para mamá, que aún así, mantenían una delicia especial.
Pollo, atún, peperoni, bacon... sacamos pizzas a montón, Ana amasó y preparó la salsa, yo las rellenaba con Isaza y los Vargas horneaban bajo la tutela de nuestra chef a cargo. Y como si fuera poco, las hermanas de Isaza llevaron el postre.
Nos atascamos a más no poder. Reímos y disfrutamos de la compañía de nuestros amigos.
No deje de mirar a la mujer que depositaba su mano en mi pierna y dedicaba tiernas sonrisas a mi persona. Aquella que llenó su cara de crema al probar el postre con un deleite que no veía hace rato. No puedo explicar las ganas que tengo de pedirle que se quede en mi vida para siempre, separarme de ella es un dolor insoportable, pero lo prefiero a no tener su amor.
Estábamos algo cansados para cuando la velada termino, digo, este día fue una montaña rusa de emociones, pero eso no evitó que Ana cumpla su promesa.
Hizo que estacione adentrando una zona oscura, para nada transitada, saliéndonos por unos caminos de tierra, entrando a las montañas. Tomó gran iniciativa quitándose el cinturón de seguridad, la chaqueta y luego se sentó a horcajadas sobre mí. Lamentablemente estábamos con ideas diferentes.
Esta vez yo iba despacio, mientras que ella desesperaba por fundirse conmigo, yo quería tomarme mi tiempo y besar cada centímetro de su piel. Estaba bobo, emocional, quería amarla y hacerla mía de todas las formas que tengo.
Lo hicimos en mi auto, pero bajo la única condición de hacerlo nuevamente cuando lleguemos y poder quedarme en ella de la manera en la que a los dos nos encanta, dormir en su pecho resguardado de cualquier miedo y poder cuidarla en mis brazos.
Verla dormir junto a mi, es quizá uno de los mejores regalos que me pudo dar la vida.
Villamil, no sea tan meloso.
Amigos míos, luego de haber vivido tantas cosas, de haberla visto rendirse de la manera que lo hizo y de haber creído que nunca iba a poder tenerla, debo agradecerle a quien sea por dejarme vivir esto con ella.
Luego de caer sobre mi pecho, me miró a los ojos para dejar caricias en mi rostro.
—No creo lograr expresarte lo mucho que te amo...- tomando su mano en mi pecho, dejando un beso en su coronilla, apretándola entre mis brazos.
Ella resopla, toma mi mano y la lleva a sus labios, haciendo un suave contacto, sintiendo esa textura tersa que me hipnotiza. Besó el dorso de cada uno de mis dedos para luego pasarse sobre la piel de mi pecho, dejando besos ascendentes, enredándose entre las sábanas, uniendo nuestros torsos, recostándose sobre mí perdiéndonos en un profundo, lento y sensual beso.
—Te amo muchísimo más... igual de difícil de expresar.-
Al día siguiente, recibimos esa llamada que a Ana tan mal la traía, por lo que cuando me escuchó sonrío victoriosa.
La disquera cedió a una reunión personal con nosotros. Los representantes de Universal en Miami vendrán a Bogotá, por lo que tres días después, mamá pregunta por la vestimenta de la niña.
— Vamos a arreglar ciertas cosas con la disquera...- le responde mientras se sube a sus tacones y hace una mueca.— hace como un mes que no uso estas cosas, ya le perdí la costumbre.- haciendo que ría.
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Destino?
FanfictionJuan Pablo tuvo un sueño. Pero no fue cualquier sueño. Fue uno que le transmitió una cantidad ínfima de sensaciones y sentimientos que lo descompaginaron. Luego de despertar y ver que nada de eso fue real, va a tener que lidiar con la realidad y co...