26. Bilingüe

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Salamanca. Octubre 2018.

Anahí Markhez

Bien, fue hace... unos cuantos días.

Después de los días de reposo, de dormir con Diego "para no morir de frío", el trabajo siguió igual. Levantamos, desayunamos, subimos, picar el piso, palear la tierra, acarrear derrumbe, descansos, seguimos limpiando con cepillos, encontramos cosas, almorzamos, laboratorio, cena, dormimos y nuevamente levantamos. Todos los días lo mismo.

Durante toda la semana, por cualquier razón solía terminar trabajando con Barrios. Claro que me llevaba bien con los demás, yo me limitaba a hacer el trabajo de limpieza de terreno, pero a veces o el director me mandaba a hacer algo dónde casualmente se encontraba él, o simplemente me llamaba.

Hablamos mucho. Uno en el trabajo durante seis horas, tiene que decir algo, por lo que conversábamos sobre muchas cosas, su trabajo, el mío, expectativas, realidades. No es una mala compañía. Desde el inicio siempre fue alguien respetuoso y caballero.

Llega el fin de semana y tenemos día libre, por lo que nos subimos a los autos y salimos a lugares que no conocemos. Las vistas eran hermosas, llegamos hasta Portugal, visitamos castillos como el de Bragança, caminamos a lo largo de la muralla, disfrutamos el día a pleno.

Cuando volvimos por la noche, fuimos a un bar del pueblo todos juntos. Era muy ameno. Y raro. Estábamos todos juntos todos los días, todo el tiempo. Pero aún así, era divertido.

Varias personas habían caído bajo los efectos del alcohol. Diría que yo estaba a un cuarto de camino a la ebriedad. De a poco fueron desertando y anunciaban su partida a Villa Sueño. Al día siguiente comenzábamos la semana nuevamente, lo que significa... trabajo.

Volvimos con Maya. La pobre va a experimentar un interesante dolor de cabeza al día siguiente.

Cuando entramos a la habitación, recostamos a Maya junto con Ameli y ahí quedó, la mayoría ya estaba acostado salvo por un par que estaban en el baño o cambiándose para ir a dormir.

Me estaba por sacar la blusa que traía, hasta que me di cuenta que en la mañana traía encima una campera de Jean.

— Mierda. Hope...- así le dijo Maya a Esperanza y la bautizamos de ese modo.— me dejé la campera, voy a buscarla antes de que cierre.-

— Vale ve con cuidado.-

Salgo rápido. Tenía suerte de que no esté tan lejos. Al llegar, el amable señor dueño del bar, me reconoció al instante y me dijo que esperaba a que me diese cuenta. Le agradecí y emprendí viaje de vuelta.

— Casi me matas del susto niña! Te vi correr y no sabía qué te había pasado- me dice Diego que venía en mi dirección.

— Me había olvidado de mi campera.- me encojo de hombros.— sos bastante dramático.- me río de él.

— Tendría que devolverle a tu familia otra Emilia Anahí... y como tú no hay otra. Sería una gran pérdida, mejor que no te pase nada.-  mete sus manos en el bolsillo y me golpea con su brazo levemente.

— Si, mejor no...-  el cielo esa noche estaba despejado y las estrellas se asomaban tímidamente, pero yo aún así las miraba.

— Te la has pasado bien hoy?.-

— Mhmm...- asiento despacio.—cada día desde que llegué, me la paso bien. Todo es nuevo para mí, pero aún así no tengo miedo.-

Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora