115. Llegué.

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Aquí para decirles que aparentemente le dan el alta a mi hermana. YAY! No se hacen una idea de lo cansador que es la vida del hospital.
Admiro muchísimo a todas esas personas que les toca vivir de esta manera y a las que la eligen por profesión.

Gracias a todxs lxs que dejaron sus mensajitos de buenos augurios.

Festejemos.

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Buenos Aires. Septiembre 2021

Anahí Markhez.

Estoy frente a mi director de tesis.

Está golpeteando esas hojas anilladas con mi nombre en frente.

Mi pequeña hija... la Tesis.

Dudo mucho sobre los padres.

Me mira, no quita su mirada.

— Esta Tesis estaba lista hace cuatro correcciones atrás.-

Yo asiento.

— Asi que deja de ser tan paranoica, mañana lo estoy enviando a quienes van a ser tus evaluadores... tienen tiempo hasta el ...- revisa el calendario.— diecisiete de noviembre para entregar la aprobación, y supongo que para el diez o quince de diciembre, estás dando la defensa.-

Ay Jesus...

Asentí bien nerviosa. No sabía qué hacer o qué decir, ya estaba a sólo meses de llegar a la gran meta.

— Tengo entendido Emilia, que tuviste unos meses difíciles...- yo asentí.— es por eso que no vamos a develar el lugar de la ponencia hasta ese mismo día, dos horas antes, y solamente van a asistir las personas que vos indiques en una lista con nombre y apellido.-

Asentí con algo de pena, pero tendría que aceptar las precauciones.

Me despedí de mi director y mientras establecían la seguridad de mi salida, salimos.

Jeremias viene a mi lado.

— A dónde señorita?.-

— A la casa Crestino... supongo que ya terminamos.- le sonrío y subo.

Él sube del otro lado, a mi lado y me mira.— Podremos ir a otro lado? Si está libre...-

Achino mis ojos.— Tengo novio.- muy divertida.-

Sus ojos se vuelven enormes.

— Qué?! N-No... sólo será un rato.-

Asentí y le dijo a su compañero a dónde llevarnos.

Era un club de tiro.

Lo miro con una ceja levantada y él agarra un arma, al igual que sus compañeros.

Me ponen un chaleco antibalas, unos lentes y audífonos ensordecedores.

— Bien... esta.- me muestra la que tiene él.— es un arma semiautomática, ya la conoce.- asentí.

La desarmó por completo y la dejó para mí.— Armela, pónganle el seguro y luego lo libera para desarmar.-

Hago como me dice... balas en el cargador, cargador en la culata, golpeo para que trabe, tiro de la corredera.— lista para usar.- el asiente, pongo el seguro.— seguro...- vuelve a asentir y luego de quitarlo, suelto el cargador y saco la bala que queda preparada.—descargada.-

—Muy bien... ahora veamos una automática...-

La cuestión es que según mi heladera, el día del ataque, habían varios tipos de armas y me enseñó a usar las más comunes, para luego probar mi puntería.

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