57. Terraza.

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Buenos Aires. Septiembre 2019.

Anahí Markhez

Después de haber hablado con los chicos, además de sentirme avergonzada, me sentía con una carga menos.

Terminamos de comer y no me sentía tan mal. Ya sabía cómo una empezaba a "desintoxicarse" de esos pensamientos anorexicos y de esa manía controladora calórica.

Trataba de pensar en las cosas positivas de ingerir alimentos. Como el ejercicio de la clínica.

De a poco iban cayendo rendidos por el sueño, y se iban acomodando. El primero fue Martín, que se acomodó en la cama en la habitación de invitados. Le siguió el otro Vargas que calculo se habrá acostado al lado.  Y después de una película, tuvimos que levantar a Isaza del sillón. Se fue a la habitación donde estaban los Vargas, así que supongo que nuevamente me toca dormir con Juan. Eso me ponía un poco nerviosa.

Ni bien terminamos de acomodar todo, voy a buscar un acolchado, unas zapatillas y los pochoclos que quedaron para invitarlo a Juan con un pequeño gesto hacia la puerta.

El me mira raro pero acepta agarrando su campera y siguiéndome.

— A dónde me llevas?.- entre susurros, ya que todo el edificio dormía.

— Ya vas a ver.- en el mismo tono, llamando al ascensor.

Respiremos muy muy hondo y entremos.

Notó lo agitada que estaba, por lo que se acercó y me abrazó entre medio de abrigo, acolchado y pochoclos.

Aww...

Dejé un beso en su mentón y noté su disfrute ante el gesto. Eso me pareció muy tierno.

A veces me da la sensación de que todo esto va muy rápido, pero siento que me conoce de toda la vida.

Ese sueño raro que tuvo es muy creepe.

Definitivamente. Me parece un poco absurdo igual. Pero me calmé cuando los escuché hablar sobre eso entre los cuatro. Eso significa que les contó del sueño y si ellos le creen cómo no le voy a creer yo?

El ascensor llega a destino y bajamos. Unas escaleras nos llevaban hasta una puerta, la cual necesitaba de una llave que tenía junto con las del departamento.

Al pasar por esa puerta, un viento violento nos ataca y me hace retroceder, pero Juan me atrapa por detrás y me lleva cuidando que no me caiga.

La terraza del edificio era de mis lugares favoritos. Se veía la avenida principal y la gran plaza. Por suerte no habían muchas nubes que tapen el cielo. Era una noche más de septiembre que anunciaba la llegada de la primavera.

Eso me hizo pensar en qué mierda iba a hacer cuando lleguen los días de calor y yo siga con abrigos, escondiendo mi cuerpo. Amo el verano y el calor, todo el mundo sabe eso, en especial mi familia, quienes no van a perder tiempo en interrogarme cuando me vean acalorada por la ropa holgada.

Si voy a hacer esto, tengo que tratar de recuperarme rápido.

Eso es imposible.

Ya se.

Nos van a encerrar otra vez.

Eso es lo que más me preocupa.

Mientras todo esto pasaba en mi mente, nos acomodaba sobre una de las cajas de concreto donde esta la ventilación del ascensor. Juan puso su campera en mis piernas descubiertas y nos tapamos los dos con la frazada en nuestras espaldas.

Sería lindo confiarle nuestro secreto.

Pensaba lo mismo pero... no lo conozco mucho y se puede malinterpretar, y puede terminar pensando mal sobre mí.

Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora