129. Estamos listos. 2/4

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Cordoba. Agosto 2024.

Anahí Markhez.

Esas mujeres me desvelaron. Dormí de la forma más incómoda que existe.

Me desperté con un llamado en mi teléfono.

- hola?.-
- hija, te estoy esperando para probarte el vestido.-

Abri mis ojos despertándome bien despierta.

- Qué hora es?!.-
- La una de la tarde.-
Salte del piso donde me hicieron dormir estas perras malditas.
- Ya voy! Me tengo que dar una ducha.-
- Helada aparentemente.-

Le corté y pegué el grito más agudo, haciendo que todas despierten y que Jeremias y Rodrigo entren sin previo aviso con sus armas por delante.

— Alto!.- gritan esos payasos.

— WOW WOW!.- les digo anteponiendo mis manos mientras todas gritaban del susto.

— Vas a matarnos... algún día vas a matarnos.- dice un Rodrigo agitado.

Me río.

— Me dormí.- dije mientras me levanto.— me voy a bañar, en cuanto salgo, ustedes me despejan el camino para no cruzarme a Juan Pablo.-

Ellos asienten divertidos.

— TE CASAS!.- grita una y un fuerte golpe con una almohada se siente en mi cara.

Todas siguieron ese acto.

Dolió.

Salí rápido y corrí por toda la estancia. Tratando de llegar.

Mi mamá, Encarnación y Laura me esperaban.

— Te pesaste?.- me pregunta mamá ni bien llego.

— La verdad, no. No se si quiero.-

La verdad es que me esforcé por subir de peso, pero no sentía que haya hecho un buen trabajo.

Mamá me indicó la balanza en el piso y tanto Laura como Encarna abren los ojos sorprendidas de la actitud de mamá.

Por suerte yo ya la conozco.

No baje la mirada, sólo dejé que la balanza haga todo y mamá me diga.

Se ríe.

— Sesenta y cuatro setecientos. Muy bien hija.-

Mire hacia abajo y ahí estaban esos números.

Un suspiro se me escapó junto con una sonrisa. No eran los sesenta y cinco, pero casi llego. Subí de peso, y no iba a ser necesario arreglar tanto.

— Eso significa que estamos bien?.- pregunta Laura.

— Estamos perfectamente bien.- le responde mamá y ella me sacó el abrigo que tenía.— trae su bata Caro, y vos también preparate.-

Caro trae unas bolsas de cartón para cada una.

— Y estas para Encarnación y para Laura.- les dice entregándoles lo que les corresponde.

Ellas aceptan anonadadas y miran dentro sacando batas de satén largas color crema.

La mía era color blanco.

Traje conmigo una especie de body blanco para usar como lencería debajo del vestido. Lo vi y me enamoré, tenia que llevarlo.

Llegaron los estilistas.

Atacaron a las cuatro mujeres mientras preparaban mis manos y pies. Terminadas ellas, me atacaron a mí.

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