113. Juan Pablo.

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Buenos Aires. Agosto 2021.

Anahí Markhez.

Me sobresalté al escuchar el ruido metálico.


Una lágrima cae por mi mejilla.


Para mi sorpresa no sentía nada.

Abri mis ojos, y veo a aquella persona que me amenazo, tirada en el piso.

Levanto mi mirada y hay un Jeremias golpeado, sangrando, agitado con su arma en alto.

Le había disparado y evitó que me maten.

Por atrás de él salen luces de linternas.

Rodrigo, también golpeado, se fija que Jeremias esté bien, pero él viene hacia mí que estaba parada en shock mirando el cuerpo en el piso.

— Señorita.- me sacan de mi transe y me asusto.

— No!.- Golpeando torpemente sus manos.

— Tranquila, soy yo, Rodrigo.- me dice agarrando gentilmente mis brazos y lo miro fijo.

Era él.

Llevo mis manos a mi cara y lloro sobre él que me rodea con sus brazos.

— Venga señorita, busquemos a alguien que la atienda.- agarra mis tacos y se los da a Jeremias para poder ayudarlo a caminar.

— Están bien?.- les pregunto y ellos me sonríen.

— Si, claro que si.-

— Discúlpenme... yo...-

— Es nuestro trabajo.-

— No se ofendan, pero tienen un trabajo horrible, les puedo ofrecer un puesto en la oficina.- sorbando mi nariz, haciendo que rían.

— Usted hace que sea fácil.- me dice Jeremias divertido.— no se para qué nos ponen con usted si parece que se defiende con un simple matafuegos...- mirando el artefacto en el piso. Me río.

— ANA!.- era papá.

Estaba bien, y yo estaba aliviada de verlo corriendo hacia mí.

— Pa!.- corro con él aunque mis piernas apenas respondían y me aferro a su abrazo para llorar y temblar horrores.

Papá lloraba mares y besaba mi cabeza.

— Estás bien?.- le pregunto agarrando su cara, haciendo que me mire a los ojos.

Él asiente.— no importo yo, mira lo que es tu carita, hija, qué te hicieron?.- entre llantos.

— Solamente voy a decir que un matafuegos me salvó de que me disparen... y un Jeremias también.- haciendo que se ría y sorbe su nariz, sacándome los pelos de la cara.

— Vamos a poner más matafuegos entonces, y más Jeremias.-

— Emilia!.-

Ítalo se aparece entre todo el lío de policías y forenses, además de paramédicos que atendían a mis heladeras preferidas.

Ese tipo me abraza y hace que me duela todo.

Agarra mi cara y veo sus lágrimas caer una tras otra.

— Qué bueno que estés bien...- suspira tratando de controlarse.— Que mierda paso?!.-

Mirando a sus guardaespaldas.

— Todo estuvo armado. Trataron de atropellarla, cortaron las luces y empezaron a perseguirnos.- le responde Rodrigo.

— Eran cinco y uno más que manejaba que se fue. Mate a uno, herí a otros dos...-

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