67. Doce horas.

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Buenos Aires. Septiembre 2019.

Juan Pablo Villamil.

Ana se tensó completamente y al instante su mano busco la mía. Los muchachos habían visto eso y yo me hago el idiota poniendo una cara que no entiende nada. Eso era verdad a medias, no era sorpresa que Ana tome mi mano, lo que no sabía era por qué había reaccionado así.

— Señor Di Renzo.- dice resignada.

— Con suerte me acordé de su apellido Markhez.- le dice limpiando sus anteojos de una manera muy molesta. Me molestó su tono.— no la veo desde el cierre del año pasado.- mirando toda su anatomía.— me comuniqué con su familia.-

— Viejobuchón.- murmura bien por lo bajo, él señor quizá no, pero yo sí la escuché.

— Y se le nota hasta el hueso...- dijo asquerosamente haciendo que ella se abrace sola.— que hay unos cambios en usted, además de su ausencia.-

— Aspectos de mi vida
p e r s o n a l que así se van a quedar por suerte.- ya dije cuánto la amo?.— terminé mis estudios, y los meses se pusieron difíciles en la empresa, usted mismo lo sabe, estuvo en una de las reuniones de fin de año cuando solicitó un presupuesto.-

— De cualquier manera, su familia y la institución tenemos un trato. Voy a necesitar de la actualización semanal del gabinete psiquiátrico.- mira su mano atada a la mía.— y el señor es...?-

Ella se sobresalta y aún así no me soltaba.— Es... él es mi n-n...- ni bien escuché eso, apreté su mano en señal de silencio. Si bien me encantaba el hecho de que se había acostumbrado a la idea, los demás no sabían nada, y ya decidimos dejarlo así, en especial porque considero que hay personas que pueden ser crueles con los problemas de Ani, y no lo soportaría, la defendería, y ella no va a querer eso, ya la conozco...— mi amigo... Y ellos también.- dice acercándose a Isaza tomándolo del brazo bien fuerte de acuerdo a la cara del rolo aquel.

— Markhez sabes sobre las reglas...-

— Teniendo en cuenta de que usamos una canción de su autoría para divulgar el prestigio de la academia, supuse que esas reglas se las pasaría por toda la extensión de la Gran Muralla China.- con una sonrisa que me causa gracia.

La mirada del señor se volvió intensa. No entendía nada.

— Muestra de fin de año?... flamenco... ashh.- golpea a Isaza.— Canta.- le ordena y se activa como máquina.

Pido perdón por callarme,
debi haber tardado menos.
Pero hoy tendrás que escucharme,
desde siempre yo te quiero...

Ya... si. Bien, disfruten las instalaciones caballeros. Si quiere participar en la presentación de la señorita Castro, voy a necesitar ese reporte del despacho.- dice mientras le da la espalda y se va por donde vino.

Ana se mofa de él y parece querer ir a ahorcarlo con sus propias manos. La detengo y con Isaza la llevamos, el de los pies, yo de los brazos.

— Suéltenme, nadie se va a enterar.- grita en susurros.

La bajamos ya en otro pasillo.

— Ahora qué?- le pregunta Marto.

Ella camina un poco más y empuja una puerta enorme.— Ahora, a ensayar.-

Entramos en un salón de teatro enorme, muy fino y hermoso.

Era el mismo escenario donde se filmó aquel video.

— MILI!.- vemos a una niña saltando en el escenario, para luego bajar las escaleras y correr cuesta arriba hasta nosotros y abrazarla.— Mili...- con cara de preocupación.

Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora