78. Maria. (2/2)

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Buenos Aires. Febrero 2020.

Juan Pablo Villamil

Llegamos a casa de la familia de Ani y entramos con total impunidad, ya que tiene llaves del lugar.

— HOOOOLAAA!.- con total gracia y elegancia la niña paseándose a través de la sala principal.

— EMILIANA!.- baja gritando Carolina... si bien no es la misma, al menos sabía el nombre.

Carolina es idéntica a Ani, pero diferente a la Carolina de mis sueños, no sabría cómo explicarlo, esta tiene muchísima más personalidad que la niña imaginaria. Es más baja que Ana, unos ojos quizá algo más claros, pelo corto y lacio, que hasta diría que natural. Diferente del de Ani. Tienen el mismo tatuaje, sólo que ella lo lleva en el brazo derecho.

Una vez llega al último escalón, Ana le suplica que no lo haga, al tiempo que le dejaba la tarta a Marto, pero aparentemente es habitual entre las hermanas. — HOLA!.- saltó desde el último escalón hasta mi pobre novia, atando sus piernas a su cintura, abrazándola con gran emoción.

— Hola bicho.- le dice cariñosamente, pero la mujercita mayor de edad se queda mirando con cara enojada.

— No tenes tantos cachetes como hace un mes.- picándole las mejillas, achinando los ojos y concentrándose en su observación.— bajaste de peso otra vez?.-

— No voy a hablar de eso siendo que no saludaste a tus invitados.- le dice con dificultad ya que tenía los cachetes apretados por su hermana protectora.

La muchacha nos mira a los cuatro rolos cargados con cosas y se baja de esa pobre y juzgada Ani que suelta el aire que contuvo por el esfuerzo.

— Acabo de bajar otro kilo.- dice quejosa.— vos si estas pasada enana.-

Carolina no le presta atención y se dirige a nosotros.— Carolina.- estirando su mano a Simón.

— Simón Vargas.- le responde.

— Cual de ustedes es el pobre condenado?.- dice en forma de chiste mientras extiende su mano a Isaza.

— Pues, yo.- le digo valientemente.

La Markhez menor me mira y me evalúa.— Esta inútil no me cuenta cosas, pero antes que nada, gracias por ayudarla. Ahora, sea lo que hayas hecho, lo volves a hacer y te persigo hasta encontrarte, secuestrarte y enterrarte vivo en medio del desierto de Atacama...- poniendo su dedo índice en mi pecho.— estamos de acuerdo?.-

La niña metía más miedo que su hermana, pero debía decir que coincidía con ella.— claro que sí, yo pago el pasaje hasta ahí.-

— Bien.- cambiando a un tono más amigable. Y yo creía que Ana era la inestable.— guardemos todo eso entonces.- agarrando lo que tenía Marto encima, dirigiéndose a otra habitación que estimo, es la cocina.

— Y tus papás?.- le pregunta Ana.

— TUS papás, están acá.- dice una voz femenina.

Nos damos vuelta y Anahí se acerca a saludarles bastante fría.

— María... Héctor.-

— Mamá y papá.- le dice su padre.

— Si bueno, mejor me quedo callada, porque me llamaste para hacerme venir con el tono de Héctor. Y María solamente quiere complicarme la vida.- le responde con una sonrisa cínica.

— Qué pasó ahora?.- indaga algo cansado Don Héctor.

Iban a ponerse a discutir las mujeres de la casa, pero el timbre nos salva de esa situación.

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