76. Gatitos

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Buenos Aires. Febrero 2020.

Juan Pablo Villamil.

Permítanme gritar internamente mientras bajamos en el ascensor.

Ni bien terminó de decir su discurso sobre seguir sola, pensé en qué decirle y no había percibido el "te amo" metido entre tanto odio que ella espetaba.

Le iba a responder siguiéndola hacia su oficina pero Isaza me pega en el brazo y me mira con una sonrisa y los ojos abiertos. Todo mundo la miraba así.

Si, soy un completo idiota, y tendré que hacer muchas cosas para compensar todo el mal que le hice a Ani.

Una vez llegados al apartamento de Ana, nos acomodamos, no sin antes ordenar algo de comida para todos.

— Pero Ani...- se queja Isaza frente al sermón que la niña le estaba pegando.

— Nada... no se pueden aparecer de esa manera en la empresa y después en-ce-rrar-me en una habitación.-

— Y vos.- la señala a Violeta.— también estás en problemas, se que fuiste parte de la idea...- todos sentados en el sillón como niños regañados.

La campana nos salva. Su móvil nuevamente, el cual atiende.

-Male, ahora n... si, cómo...? Si, pero... y vos cómo...? QUÉ?!.-
Grita y nos sobresaltamos.— un teléfono, ya!.-

Yo le doy el mío desbloqueado y ella revisa.


El grito agudo y prolongado perforó nuestros tímpanos sin posibilidad de arreglo.


— NO! NONONONONO NOOO! Por qué?!.- retirándose el móvil de la oreja y bajando ambos brazos con los aparatos a los costados.

— Qué le pasó?.- le pregunto.

Su boca estaba entre abierta, atónita.

— Estamos en las redes...- sin mirar a nadie, sólo al vacío.

Me levanto de un salto y le quito el móvil.

Miro y era verdad.

Ahí estábamos.

En video y fotografía.

Yo agarrando sus brazos evitando su huida, pidiéndole en secreto que repita todo eso, seguido de aquel corto beso. Sonríe levemente.

Las fotos las quiero imprimir y hacer cuadros de nuestra reconciliación. No puedo creer que hice semejante estupidez.

— No puedo creer que fui tan descuidada!.-

— Pero si se ve bonita, más con ese rolo ahí, mírelo cómo lo tiene.- le digo atrapando sigilosamente su cintura.

— Ni siquiera pienso ver los comentarios... CRISTO!.- berrinchea un rato.

Su móvil suena nuevamente y luego de mirar la pantalla, me muestra. Héctor Markhez.

-Si.
-...-
- Lamentablemente... si.-
-...-
- Todavía no, lo acabo de ver.- cerrando los ojos y suspirando profundamente.-tiene que ser hoy?.-
-...-
- No, la verdad no se, recién llego a casa y todavía me estoy desayunando todo...-
-...-
- Está bien.-
-...-
- Sisi, llevo la tarta, lo que sea por mantenerla callada.-
-...-
- Y vos, mas te vale que controles a tu mujer Héctor!.-
-...-
- Chau pa.-

Nuevo suspiro.— Entonces... el suicidio no es una opción, no?.-

Negamos todos.

— Entonces... vamos a conocer a mi familia.- me va a dar algo.

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