94. Diez años. 3/3

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Dos capítulos anteriores.

Bogotá. Diciembre 2020.

Anahí Markhez.

No creí que llegaría a encontrarme en esta situación. Encontrarme en el lugar de "la otra".

Es extraño, me siento fuera de lugar, no importa lo mucho que intente ignorarlo o lo mucho que los demás me digan que no es así.

Decidí perderme en la casa de los Vargas y más precisamente en el baño, para mojarme la cara y tratar de cambiar mi humor. Había sido una semana intensa y estaba segura que todo me sobrepasaba.

— Oye...- Martín, que esperaba a que salga del baño.

— Mmm?.-

— Respecto de lo de hace un rato...-

— No te hagas drama, son arranques de sinceridad producto de una sobre exigencia mental...-

— No me vengas con tus vueltas y tus palabras difíciles Emilia. Se que eres consciente de que no fue tu culpa, pero que sientes ese pesar de que el no volvió con Gabriela por ti...-

— Martín...-

— Se calla...-

— Perdón?.-

— Perdonada... si de algo estoy seguro, es que Villamil es un terco. Y si él decidió dejarlo con Gabriela, fue porque su corazón ya no le correspondía.-

— Si, pero podría haberse evitado...-

— Usted cree que si Villa en ese momento quisiese a Gaby de una forma íntima, estaría aquí con usted?.-

— Yo...-

— No!-

— El amor ya no estaba entre ellos. Y por ello se separaron. Tu crees que hubiese sido justo condenarlo a él y a Gabriela a una relación sin amor? Le harías eso a Villamil?.-

Yo simplemente niego con la cabeza.

— Pues, claro que no. Entonces no pretenda lo mismo de los demás. Lo dejaron a conciencia. Y si ahora estás aquí, es porque eres lo más importante para todos.-

Le dejé pasar lo afectivo porque no quería llorar frente a él.

Así pasa la cena y mi ser vuelve al departamento de Juan hecho nudos, cansado y sin energías.

Mientras él se bañaba, yo me dediqué a responder algunos mails que consultaban sobre mi "situación judicial".

— Terminé amor...- me dice saliendo del baño privado de su habitación.

— Mhmm...- revisando mi teléfono.

Me levanto dejando el aparto conectado al cargador y me voy a bañar.

Me tomo mi tiempo, me sequé el pelo, usé mis cremas, medi mi peso, cincuenta y ocho doscientos, diez kilos cuatrocientos en total.

Me puse la camisa larga que uso para dormir. Me acuerdo cuando la compré, estaba en una lencería, una casa de ropa interior y ahí estaba expuesta. Era el único talle que quedaba y en ese tiempo, me quedaba bien, ahora me queda bastante suelta.

Al salir, Juan no estaba, supuse que andaba por la cocina, buscando su vaso de agua de siempre.

Me senté del lado izquierdo de la cama, ese es mi predilecto. Mi teléfono seguía recibiendo notificaciones y entre ellas habían algunos mails de la empresa, los cuales comienzo a responder por simple inercia, era mi habitué, mi rutina, no me culpen.

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