112. Ataque.

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Buenos Aires. Agosto 2021.

Anahí Markhez.

Se me terminó el trabajo en Bogotá.

Por suerte, Encarnación se recuperó al menos a un setenta y cinco por ciento y con eso ya es una persona casi autónoma.

La hermana de Juan pudo tomarse otras dos semanas de su trabajo para poder atender sus asuntos familiares. La banda se estaría yendo en cuanto la junta médica que trabaja para Universal Miami, dicte que Encarnación ya está en óptimas condiciones y que no corre ningún riesgo.

Me gustaría decir que vuelvo a mi vida rutinaria, a mi casa, a mi "tranquilidad", pero me encuentro con un mimado sosteniendo un cartel, con mis guardaespaldas atrás de él.

Emiliana, decía el cartel.

— Que letra tan fea...- le digo a Ítalo mientras me acerco con mi valija, la cual toma Rodrigo, de seguridad.

— Acabas de romper el corazón de Rodrigo.- dice serio y yo lo miro a Rodrigo que al escuchar su nombre me mira y como si fuese un robot, estira su labio inferior tratando de dar pena.

Solte una risa y me acerqué al mimado que me esperaba con los brazos abiertos.

Lo había extrañado.

— Hola malcriada...- cerrando su abrazo, dejando un beso en mi coronilla.

— Hola mimado...- me separo.— casi me olvido que no estoy viviendo en casa.-

— Por eso tu rolombiano me agregó a la alerta del vuelo, así sabía tus horarios.-

— Mi rolonovio ...- suspiro y sacudo mi cabeza.— me acostumbré a él y a la terca de mi suegra.-

— Lamentablemente tenes obligaciones por el momento...-

— Trata de decirlo con un poco más de empatía.- me quejo al ver su sonrisa.

— Es que te extrañé enana.- me abraza.— Jeremias también.-

Lo miro y el estaba recto y tieso.

— Me extrañaste?.- con una enorme sonrisa.

El asiente serio y me le quedo viendo seria con los brazos cruzados.

Se sobresalta al darse cuenta y se quita los lentes de sol, los guarda y me sonríe.

— Si, señorita. No es lo mismo cuidar al señor Ítalo.- contengo mi risa.

— Fue solamente un fin de semana!.- se defiende Ítalo.

— Ni quiero saber...-

Fue lindo volver a la casa de los Crestino.

Ni bien llegamos a la puerta, Rodrigo baja mi valija y se adelanta.

— Dejo sus valijas en su habitación, Señorita Emilia.-

— No es necesario...-

— Por favor.- insiste y asiento.

— Llegó la alegría de esta casa!.- viene desde la cocina Don Giorgio.— Nena! Te extrañé horrores!.- llegando a mí con un enorme abrazo.— Cómo te fue? Cómo está tu suegra?.-

— Mejor, Giorgio. Ya camina sola, le queda un poquito, pero la hija pudo volver y ayudarla un par de semanas más.-

Caminando hacia el living.

— Que bueno que hayas ido... pero por qué no descansas? En la noche voy a hacer un lomo especial para vos.-

Le sonrío.

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