61. El Embrujo.

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Buenos Aires. Septiembre 2019.

Juan Pablo Isaza.

En cuanto comentó lo del video, me habían entrado ganas de verlo.

Pero una vez dicho el nombre acompañado de una cara que iba desde la emoción hasta el fanatismo, me desesperé por verlo.

Por suerte Marto ya estaba en ello. Buscó rápido y lo encontró.

— Instituto Buenos Aires?- le pregunta el Vargas y Marena asiente mientras Ana niega.— Esto será interesante -le dice ese rolo todo pedante y retador.

— No!.- se tira encima de Marto pero la atrapo antes de que logre algo. Se la paso a Villamil para que la sostenga, quien no se tardó en ponerle la mano encima, llevándola primero a su regazo y luego al asiento de al lado.— NO! No lo vean, porfis... plis... que vergüenza.-

— Vergüenza es robar- le responde Villamil y se dirije a Marto.— Siéntese aquí, así vemos.- señalando con su cabeza un lugar a mi lado, al tiempo que se sienta encima de Ana.

Pobre mujer.

Escuálida y con semejante rolo encima.

Va a morir.

Villa anda de tragón últimamente.

Martín hace como le dicen y se pasa. Todos acurrucados en una esquina y le da play.

Era una producción de primera.

— Chicos...- reclama desde el fondo, atrás de Villa.

— SHHH!!- le decimos todos.

La primera en aparecer es ella. Se sienten sus pasos entrar en un escenario enorme.  Deja su bolsa en el suelo y se quita la chaqueta de mezclilla que trae, dejando al descubierto lo que sería una malla? de encaje rojo, que al darse la vuelta, deja al descubierto la apertura del mismo y su delicada piel al descubierto.

Tiene toda su preparación a los costados del lugar. Se quita esos shorts negros rasgados detrás de un biombo y se pone una pollera roja que se ajusta a sus curvas y cae a partir de la rodilla. Sale acomodándose la falda y abotonando todo lo que corresponde.

Todo era silencio en la parte de atrás de la furgo, mirando a la niña vestir su traje.

Se sienta con total desgano pero a su vez elegante, frente a un espejo.

Rápidamente se hace un moño a un costado de su cabeza y lo ajusta con hebillas y demás accesorios.

Vuelve a su bolsa y por un lado, comienzan a entrar niñas de todas las edades y tamaños, con trajes iguales y similares al de Ana, en rojo, negro, blanco y amarillo.

Ella las saluda con la cabeza mientras se sienta en el piso. Todas hacían lo mismo.

Se preparaban.

Una vez puestos sus zapatos de baile negros, comienza a estirar y a acomodar su vestuario.

Las niñas hablaban entre ellas mientras hacían lo mismo.

(*Play)

La música. Nuestra canción comienza.

Ana se levanta y continúa con su estiramiento pero ya eran contorciones estilizadas que eran acompañadas por un movimiento elegante de sus manos.

Se incorpora y mira a la niñas indicándoles los pasos a seguir, y ellas le van tomando el ritmo poco a poco.

Se notaba que iban memorizando los pasos de su directora, que movía con soltura sus caderas a un ritmo e intensidad ascendente.

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