50. Escapemos.

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Buenos Aires. Septiembre 2019.

Juan Pablo Villamil

Agradezco que pienses en mi herencia, pero te aviso que yo si sé limpiar, se agarrar una pala y aunque no lo parezca, puedo picar un piso.-

— Me decís que yo no?.- con una sonrisa que seguro gana millones.

— Ves una escoba y de seguro que ni sabes cómo se usa, es más corres asustado en la dirección contraria.- se sonríe y Ana sigue con su camino.

Era como una diosa adorada, todos le tienen respeto y la siguen haciéndole preguntas y comentarios.

Su amigo mimado responde algunas cosas por ella.

— Tráiganle un Mocca blanco... doble chocolate, por favor.- ella se detiene y lo fulmina con la mirada.

— Chocolate simple.- le corrige. Me pareció encantador como sus mejillas se ruborizaron por el enojo.

Una de sus asistentes tira por accidente una de las carpetas que aparentemente son de Ana, y ella se voltea a ver lo sucedido.

Nosotros corremos a ayudar a la pobre que estaba muy alterada y Ana también se acerca.

— Perdón Ani, se me resbaló y yo...- como con miedo, como si su jefa fuese la peor.

— Tranquila Ka, relajate, voy a estar bien.-  le responde con un tono amable.

"Va a estar bien"?

Entramos en la sala y la guían a uno de los asientos que uno consideraría "mas importantes" porque se encontraban en la punta de la enorme mesa en forma de "T".

Sirven su café y a nosotros nos ofrecen otro tanto.

— Gracias.- le dice con una enorme sonrisa a quien le sirve.

— De nada señorita.-

Me resultaba impresionante cómo todo el mundo la trata con un respeto intachable y completamente genuino.

La charla dio inicio y todos prestamos suma atención. Se habló sobre la organización y los detalles, para nosotros era fácil, debíamos cantar y ayudar en un par de cosas como voluntarios.

Para Ana y su amigo era quizá un poco más. Si todo tenía saldos positivos, queda en sus manos la organización del próximo festival.

Le pedían opiniones de seguridad de la infraestructura y demás cosas que ella supo contestar con seguridad y una soltura que anticipa su experiencia y conocimiento.

No dejaba de pensar en cuan obnubilado me traía esta mujer y en lo mucho que me gustaría poder cenar con ella y hablar sobre todo aquello que nos quedó y luego hablar como lo hacíamos.

La extraño.

Mucho.

Mínimamente escucharla decir mi nombre con total cariño, como lo hizo alguna vez.

En especial ahora que creo tener mis sentimientos claros. Pero no pienso meterme en su relación. Ella es feliz y el no parece ser una mala persona. No quiero arruinarle eso.

Luego de los elogios al dedicado trabajo de todos y un agradecimiento especial a la reciente incorporación, o sea Ana, dimos por finalizado la reunión y salimos. Primero fue Ana y su séquito que parecían no dejarla en paz.

Recibe una llamada y se aleja dos segundos de todos se ve que se pelea con quien habla por teléfono cuelga y veo que su respiración es pesada.

Un ataque.

Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora