73. Drogas.

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Upss... jajaja casi me olvido de actualizar.

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Buenos Aires. Diciembre 2019.

Anahí Markhez

Tiene que ser una puta broma. Esto no me está pasando otra vez.

— Ana...- la voz de Ítalo se me hace lejana.

Me tengo que tranquilizar.

Respiro hondo.

— Terminó conmigo. Sus estupidos celos no le dejan ver más allá de su ego.- lo más seca posible.

Me levanto con su ayuda y me muevo a mi escritorio. Saco pañuelos de un cajón y arreglo un poco mi cara cubriendo todo con maquillaje.

Vuelvo a mi trabajo.— Creo que el rociador cincuenta y dos se puede correr medio metro, y suprimir el cincuenta y tres.-

— Emi...-

— Necesito despejarme.- el asiente y seguimos.

Después de media hora suspiro y agarro mi teléfono.

Luego de dos tonos atienden.

-Mare.-
-Hola gorda.-
- Necesito que me hagas un favor, me puedo quedar en tu casa esta noche?.-
- Qué pasó?.-
- Q-Que... acabo de terminar con Juan Pablo y... nada, no los quiero echar del departamento, los demás no tienen la culpa...-
- QUÉ?!.- contengo el llanto.
- Si... no importa...-
- Fue él, no? Qué mierda te dijo ahora?!-
- Mare tranquila... ya pasó, voy a tratar de no centrarme en eso, voy a mandar a Maca que busque un poco de ropa y eso.-
- Quedate tranquila, voy yo.-
- No hagas ni digas nada.-
- Te veo más tarde gorda.-

Poso mis manos sobre mi frente y ahí las dejo tratando de contener mis emociones. De contener todo lo que esto significa, no quiero dejar salir mis miedos, tengo que dominarlos.

Mis muñecas me empiezan a picar, siempre que estoy nerviosa y con ansiedad me sucede.

Refriego las malditas y sigo.

Tengo que poder con esto.

Sólo es algo pasajero.

Siempre fue así.

Nunca tuvimos oportunidad.

Lamentablemente me había enamorado.

Pero si no quiere estar conmigo, no lo voy a obligar.

Me prometí no rogar.



Juan Pablo Villamil.

Siento correr la sangre a gran velocidad por todo mi cuerpo. Estaban tan felices esos dos, y ahí me golpeó... eso es lo que ella necesita para estar bien. Yo me fui y a la semana ya estaba con una recaída.

No me necesita a mí, lo necesita a él, y no me quedaré para ver cómo la quita de mi lado.

Sus ojos me informaban que todo esto le dolía, pero estoy seguro que luego se dará cuenta de que es lo mejor para los dos.

Entro al departamento y doy un portazo. Los tres asoman sus cabezas.

— Y ahora qué hizo?.- pregunta Moncho.

— Pues, que me vuelvo a Colombia.- los tres abren de par en par sus ojos.

— No... nonono, Villamil! Qué ha hecho ahora?!.- me reprocha Isaza.

— Nada, solo lo necesario. No tenemos un futuro y ella necesita algo estable. Lo bueno es que no...-

Golpean la puerta. Y abro.

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