135. Mi vida entera. (Final)

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Juan Pablo Villamil

Limpie mi cara.

Volví a su lado y tomé su mano para besarla sentidamente.

— Te amo, y siempre será así Ana, no importa qué, bonita.- ella asintió, no hacía más. La entiendo.

El doctor se apareció con nuestra hija en brazos y mis ojos se llenaron de agua otra vez.

Ana la recibió con total voluntad, casi que con desesperación diría.

Corrimos la manta y la miramos.

Era hermosa.

— Mi chiquita.- dice Anahí con la voz ronca, partiendo mi corazón aún más todavía.— te amo mucho hija... disculpame por no haber podido cuidarte amor...-sorba su nariz.— pero estoy segura que vas a ser el ángel más lindo... vas a ser mí ángel y me vas a cuidar... te amo mucho mucho mucho...- dejando besos en su cabeza.

Por primera vez Ana me mira a los ojos y me entrega a la niña.

La recibo con miedo. Es tan frágil, no quería hacerle más de lo que sufrió.

Mi niña hermosa... pálida. Durmiendo tranquila, con algo que diría un ceño fruncido, toda una Markhez.

— Que suerte que saliste bonita como tu madre, preciosa. Eres mi princesa, tenlo por seguro.- beso su delicada frente con el dolor que apuñalaba mi pecho.— te amo Narita... eres mi niña... te amaré siempre.- poniendo mis labios en ella.— siempre, siempre, siempre nena mía...-

Pasados los diez minutos, la enfermera volvió y al verla, Ana asiente y luego de dejar un beso en su frente por parte de ambos, se la llevan.

Ana toma mi mano y veo que quiere romper en llanto. Por mi parte limpio mis lágrimas y beso su coronilla.









Hasta que un ruido paraliza mi corazón, eriza mi piel y me deja completamente congelado.







Anahí aprieta su agarre, como si se hubiese asustado.




Era un llanto.



De bebé.



Nuestra bebé.



La enfermera se detiene y la mira.



Se da vuelta y vemos que está atónita.



Nos la quiere entregar pero ninguno la acepta.



— NO! NO! CON EL DOCTOR!.- le gritamos al mismo tiempo y la pobre sale corriendo con el doctor.

— Juan...- la miro mientras el llanto se hacía presente.



Y es entonces...


Es cuando despierto.


— NO!.- Me incorporo sobre la cama, todo sudado y agitado.

Me costó identificar el lugar.

Todo está oscuro.

Es de noche.

Es nuestra casa.

Nuestro dormitorio.

Hay un llanto incesante.

— Juan.- esa es la voz de Ana, bien dormida.— la despertaste otra vez.- con su cara en la almohada.

Y ahí es cuando miro al costado.

Hay una cuna de bebé.

Me levanto y voy hacia ella.

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