III

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— ¿Seguro que estará bien? —Se angustió Minhyun.

— Ya veremos. De momento quiero que todos tomen un descanso. —Indicó a los demás bailarines reunidos en esa sala antes de salir. Pasaron varios minutos antes de que la puerta volviera a abrirse; Ren entró y ubicó inmediatamente a su marido.

— Minhyun...

— Rennie. —Lo recibió en un abrazo.

— ¿Pasó algo malo? Acabo de ver que llevaban a Jun cargando por el estacionamiento.

— Estábamos ensayando, resbaló...

— Y parece que tiene un esguince. —Anunció Sang Hun al cruzar la puerta. — Acaban de llevarlo al hospital.

— Cielos. ¿Tan grave fue?

— No, no, estará bien. ¿A qué hora llegaste, Minki?

— Hace un momento.

— Hyung, ¿debemos organizarnos otra vez?

— Aún si volvemos a establecer el orden, la presentación será esta noche. —Habló la coreógrafa. — Sang Hun, ¿hay algún bailarín disponible ahora?

— La verdad, no estoy seguro, señorita Lee. Puedo hablarlo con el señor Kim, ¿alcanza el tiempo para que otro bailarín aprenda la coreografía? —Ella suspiró y llevó sus manos a su cintura.

— Yo lo haré. —Ofreció Ren y obtuvo la atención de todos.

— Rennie... ¿lo harías?

— He visto tu coreografía, incluso ayer te ayudé a practicarla un poco, puedo hacerlo.

— ¿Has bailado antes en un escenario, Minki?

— No en una presentación como las de Minhyun, pero siempre participé en los eventos escolares.

— ¿Qué opinas, Minhyun?

— Eso sería fabuloso. Así tendré un rato más con mi querido Rennie. —Tomó la mano de su esposo y dejó un beso en los nudillos de sus dedos.

— Entonces no se hable más. —Habló la coreógrafa. — Vamos a ensayar.

— Minhyun, no olvides que vamos a irnos en una hora para el programa.

— Ah, es verdad. Bueno, mientras ensayaré.

— Voy a traerles algo de comer y a ver si no hay cambios en el itinerario.

— Gracias, hyung. —Sang Hun asintió y salió de la sala.

— Bien, ¿qué tengo que hacer? —Dijo Ren con entusiasmo y la coreógrafa de inmediato comenzó por mostrarle su lugar.

La primera hora se fue en enseñar a Ren la coreografía y coordinarlo con los otros bailarines, lo cual, gracias a su disposición no fue difícil. A la segunda, Sang Hun llevó algo de comer para todos, por lo que además tomaron media hora extra para reposar sus alimentos.

— ¿Estás satisfecho? ¿seguro? —Decía Minhyun con su brazo rodeando los hombros de su esposo, que a la vez tenía su pelirrosa cabeza apoyada en el hombro ajeno.

— Sí. Estoy seguro. —Respondió con una sonrisa y sus ojos centrados en los de su marido.

— Mi pequeño, Rennie, tienes unos ojos tan hermosos. —De inmediato notó el sonrojo en las mejillas del menor y sonrió.

— Bien, hagamos un ensayo completo, ¿de acuerdo? —Dijo una vez más la coreógrafa.

— Bien. —Respondieron todos; se pusieron de pie y tomaron sus lugares. Cuando la música comenzó ella guio los pasos contando: — Cinco, seis, cambio, siete, ocho. Minki, en esta parte vas a cambiar dos lugares a tu izquierda, ¿listos? Ahora. —Ren logró coordinarse con los bailarines, por lo que no tuvieron problemas durante el primer ensayo.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora