CXXXVII

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— ¡Ahh! —Minhyun se llevó una mano al hombro después de haber caído al suelo por la fuerza con que la bala lo había golpeado.

— ¡Minhyun! —Ren se inclinó hacia él notando de inmediato las gotas de sangre que caían al suelo. — Dios mío. —Tembló de miedo al no saber qué hacer y comenzó a mirar a todos lados buscando algo que en realidad tampoco sabía qué era. — Dios mío, Min, ¿qué hago? Ay, ¿qué hago?

El castaño sólo se mantuvo con la mirada abajo, tensado su mandíbula y con su mano derecha contra el pavimento; sentía su sangre, casi hirviendo, cubrir su mano y la veía caer al suelo contribuyendo gota a gota a hacer crecer ese pequeño charco rojo. El siguiente sonido sólo logró poner a ambos más de nervios, pues fue una nueva explosión que quebró varios vidrios.

— ¿Pero por qué así! —Gritó angustiado mirando al cielo. Desesperado y sin saber qué hacer exactamente, además, viendo la cantidad de sangre que salía del hombro de su marido, se quitó el suéter y movió sus manos sobre la espalda ajena sin saber cómo sujetarlo. — Lo siento si te lastimo. —Lo tomó de los brazos y lo giró recostándolo sobre sus piernas y consiguiendo escucharlo quejarse por el dolor, e inmediatamente buscando la manera de sacarle la chamarra sin lastimarlo más. — Lo siento, perdóname, Min, perdón. —Repetía mientras, tratando de ser cuidadoso pero rápido, le quitaba la chamarra. — Ya, ya está. Ya pasó, tranquilo.

— Creo que estoy viendo borroso. —Suspiró tratando de identificar algo de lo que tenía delante.

— Tranquilo, tranquilo. Vas a estar bien —. Debajo de la chamarra sólo tenía una camiseta, así que Ren ya no tuvo problema en identificar el centro de aquella mancha de sangre. — Te va a doler, Min, lo lamento. —Advirtió mientras pasaba su suéter por debajo del brazo ajeno y antes de atarlo ajustándolo bastante y haciendo que su marido volviera a quejarse fuertemente.
— Lo siento, lo siento, lo siento. —Sollozó apretando un poco más el nudo.

— Ren... —Llamó en un hilo de voz. — ¿llamaste a los bomberos?

— Yo... —Varias sirenas comenzaron a escucharse a los lejos y Minhyun suspiró.

— Llegan rápido. Menos mal. —Ren no dijo más asumiendo que alguno de sus vecinos tenía que haberlo hecho.

 —Ren no dijo más asumiendo que alguno de sus vecinos tenía que haberlo hecho

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— ¿Puedes ponerte de pie?

— Creo que sí. —Se apoyó esta vez en su brazo izquierdo para sentarse ayudado por su esposo, y después se puso de pie tambaleándose un poco.
— Estoy mareado.

— Tranquilo, apuesto a que vendrá una ambulancia. Sólo aguanta un poco. —Lo sostuvo con cuidado ayudándole a apoyarse en sus hombros y se acercaron lentamente a la reja.

  

(Inglés)
— ¿Qué esperas para terminarlo!

— ¡Se ven las patrullas! ¡La policía ya viene!

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora