CXXXIV

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— Excelente tiro, V

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— Excelente tiro, V.

— Gracias, señor Neeson.

— Sí, sí, excelente tiro, V, por trigésimo cuarta vez. —Se anunció con molestia aquel rubio corpulento que era, ahora, el segundo al mando.

— ¿Celoso? —Burló el más joven y dejó el arma sobre una mesa. El fornido lo ignoró y dirigió su atención a Neeson.

— Ya está todo listo.

— Bien. Partirán esta misma noche.

— ¿No vendrá con nosotros? —Se incluyó el más joven en la conversación. Ante su pregunta, Neeson, soltó una fuerte risotada.

— Claro que no. Si yo pongo un pie cerca de ese helipuerto el plan quedará completamente arruinado.

— ¿No cree que ya es demasiado arriesgado llevar armas en las maletas? ¿qué más da que salga de esta casa? Por eso mismo nos recogerá un helicóptero personal, ¿no?

— Privado, niño tonto. —Corrigió el más ancho.

— Privado, personal, son sinónimos, estúpido. —Recriminó el castaño. Volvió su atención a Neeson. — No debería preocuparse si es el caso, ¿no le parece?

— La gente que los llevará es de mi confianza, pero el helipuerto es público. Hay policías por todas partes, y será más fácil llevar las armas.

— Si así es la seguridad no veo por qué no ha podido acabar con los reyes. —Rodó los ojos V al hablar.

— Porque esa sólo es la seguridad de un helipuerto. —Se incluyó un cuarto hombre cerca de ellos. — A los guardias reales no les da lo mismo su trabajo, si así fuera ¿crees que tu hermano estaría muerto? —El castaño apretó sus labios y sus puños y sin meditarlo se acercó al cuarto sujeto soltándole un golpe en la cara.

— Mi hermano está muerto porque ustedes, bola de inútiles, no saben hacer nada bien y él tenía que hacer todo el trabajo. De otro modo, el señor Neeson podría haber enviado a cualquiera.

— Eso es verdad. —Confesó Neeson sin inmutar su tranquilidad.

— Dokyeom era... bueno, no lo negaré; —Habló nuevamente el rubio fortachón. — pero si hubiese sido el mejor no estaría muerto. —Sonrió de lado hacia el más joven de todos, quien le dirigió una mirada llena de ira.

— Ya basta. —Volvió a hablar Neeson. — V está en lo correcto; Dokyeom fue el único capaz de acercarse lo suficiente y sin siquiera ser descubierto, y casi logró el objetivo; eso claro hasta que dejó que lo descubrieran y terminó muerto. Fue levemente estúpido, y no lo puedes negar, V. Ese momento de ignorancia lo llevó a su tumba.

— ¿Sabe qué? —Neeson alzó una ceja esperando que el joven continuara. — Es cierto, su vida se extinguió en segundos, pero su culpa no fue más que la suya. Usted es el único aquí que está obsesionado con acabar con la familia real, o al menos con Minhyun, y vaya usted a saber cuál será su motivo; la verdad es que no me interesa, pero sé muy bien que mi hermano era el más útil para usted y por eso es que tuvo, por todo este tiempo, tanto miedo de intentar otro movimiento; porque sabe que los sujetos que quedan son inútiles para sus fines; así que, aquí estoy. Debería dejar de alardear tanto como si aún tuviera poder...

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora