VI

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Eran las nueve de la mañana del tan esperado sábado.
Minhyun, Ren, Raina y Baekho se encontraban en el estacionamiento de la unidad.

— Si tienen problemas para llegar, avísennos. —Decía Minhyun parado cerca de la ventanilla de la camioneta donde estaban Raina y Baekho.

— No se preocupen. Vamos a recoger a la familia y volvemos.

— Subiremos las cosas al camper mientras tanto. —Baekho asintió y echó a andar la camioneta que Minhyun le había prestado alejándose de la vista de los esposos.

— Vamos a darnos prisa, aún tenemos que bajar otras cosas. —Habló Ren y tanto él como su marido comenzaron a subir las primeras maletas al camper que habían comprado un año atrás, ¿con qué propósito? En realidad... no lo sabían, tal vez sólo había sido para derrochar un poco de dinero.

Tuvieron que hacer al menos tres viajes del vehículo a su departamento y de regreso con las otras maletas, pero terminaron pronto gracias a que ya tenían designado un lugar para todo.

— Bueno, es todo. —Anunció el mayor cuando terminaron de acomodar las últimas maletas. — El resto irá en la cajuela de la camioneta.

— A ver... somos... 2... 4... 12. Seremos 12, porque hasta donde sé Baekho no tiene hermanos.

— No, no tiene.

— Bien, entonces ya tenemos todo ordenado y ellos sólo traen ropa, sí, creo que terminamos. —Se llevó las manos a la cintura y observó alrededor; el espacio era suficiente como para seis personas máximo, pero encontrarían la manera de acomodarse. — Bien, ¿qué hacemos ahora? —Dijo cuando escuchó a su marido volver a entrar al camper. — ¿Deberíamos llevar algo de comer para el camino? —El sonido de la puerta cerrándose fue lo que escuchó, seguido de sentir los brazos del mayor rodeándolo por la cintura.

— ¿No quieres tomar una ducha? —Le susurró con una sonrisa en sus labios.

— ¿Una ducha? No creo. —Revisó el reloj en su muñeca. — Ya me bañé en la mañana y seguro que ya no tardan en llegar.

 — Ya me bañé en la mañana y seguro que ya no tardan en llegar

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— Oh, por favor, Rennie... terminamos con algunos minutos de sobra.
Vamos a estar de campamento este fin de semana hasta el lunes. —Le dio otro beso. — Y en la semana tuvimos visitas. —Ren cerró sus ojos sintiendo el cálido aliento de su marido en su cuello. — ¿Cuánto tiempo pasará antes de que vuelvas a sentir el agua mojando tu cuerpo? —Lo apretó un poco escuchándolo suspirar. — La humedad en tu piel. —Ren suspiró sonoramente al sentir los labios del moreno recorriendo su cuello. — Esta podría ser la última ducha que tomemos en días. Por favor. —Rozó sus labios una vez más en el cuello de su esposo, lo hizo suavemente y justo en el punto que bien conocía que sintió la piel del menor erizarse al primer roce.

 —Rozó sus labios una vez más en el cuello de su esposo, lo hizo suavemente y justo en el punto que bien conocía que sintió la piel del menor erizarse al primer roce

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Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora