CLXXVII

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El avión había salido de la ciudad de Londres entre las seis y siete de la tarde. La familia real, junto a los profesores del príncipe, lo había abordado con tranquilidad tras despedirse de todos los admiradores que se habían reunido en el aeropuerto a verlos, y dejar resueltos muchos asuntos que habían robado unas horas más de las que esperaban, aunque la emoción había mantenido al pequeño Minsoo tan emocionado que no reclamó ni un momento.

El viaje duró algunas horas, y aterrizaron en Osaka pasadas las 7 de la mañana. Habían decidido tomar un taxi hasta una agencia de renta de autos, pues planeaban estar moviéndose constantemente en el día y no querían tener que tomar un taxi tras otro.

Atravesaron la carretera desde el centro de la ciudad hasta aquel fraccionamiento privado, donde la casa de los Choi seguía reluciendo como siempre.

~ Está bien, hyung.
~ Nos veremos allá mañana.

Se despidió Minhyun mientras se estacionaba fuera de la propiedad.

— Sólo pasaremos a ver a mis hermanos y a mis padres, ¿vale? —Anunció Minki a Zi Tao y Namjoon que viajaban en la parte de atrás, junto a Minsoo.

— No te preocupes. Aquí esperamos.

— ¿No está prohibido estacionarse en estradas o salidas de otros autos? —Habló Zi Tao.

— Nos iremos a estacionar y allá los esperamos.

— De acuerdo. —Minhyun se quitó el cinturón de seguridad. — Envíanos la ubicación en un mensaje. —Bajaron los cuatro adultos del auto. Zi Tao y Namjoon subieron al frente y Minhyun sacó de su sillita de viaje a Minsoo.

— La ubicación. No lo olvido. —Fue la despedida de Namjoon antes de comenzar a conducir alejándose de los tres.

— Mami, ¿mis tíos y mis ab-elitos me van a dal más degalos?

— Es muy probable. —Tomó la mano del pequeño de pie a su lado. — Vamos adentro.

Los tres cruzaron la reja de entrada, cuya llave Mink seguía cargando. Llegaron frente a la puerta principal y, una vez más, el rubio la abrió.

(Japonés)
— ¿Quién es?

— Kikio. Somos nosotros.

— Ah. —Suspiró la mujer con tranquilidad. — Bienvenidos. Pasen, pasen.

— Gracias.

— ¿Cómo está, Kikio?

— Bien, señor. Gracias. No esperábamos su visita.

— Es una visita rápida. —Aclararon los esposos a una sola voz. Se miraron y sonrieron.

— Entiendo. Pasen. Les prepararé un poco de té, porque hace mucho frío.

— ¿No hay nadie en casa?

— Sí. La señorita Sooyoung está en la sala viendo televisión.

— Bien. Gracias.

— En un momento les llevo el té. —Ambos asintieron, y Minsoo, imitándolos, también lo hizo unos segundos después.

Los tres caminaron hasta la sala y no tardaron en ver a la chica, sentada con desgano en el sofá, cambiando los canales de la televisión con ayuda del control remoto.

— One-chan.

— ¿Uh? —Ella volteó de inmediato. — Ah, Minhyun oppa, Ren. —Se puso de pie para saludarlos.

— ¿Cómo estás, Lizzy?

— Aburrida. —Confesó en un suspiro.
(Coreano)
— Hola, Minsoo. Soy tu tía, ¿te acuerdas de mí?

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora