CXXXV

101 10 5
                                    

La lluvia continuaba cayendo por la mañana y, aunque aún era tenaz, era fina. Los truenos se habían detenido hacia un par de horas, por lo que escuchar una puerta cerrándose no fue problema para el joven rubio que seguía sobre la cama. Dio un leve respingo y alzó un poco su cabeza mirando de inmediato a su marido, que recién entraba envuelto en su bata.

— Mi vida, lo siento, no quería despertarte. —Ren negó y volvió a recostarse para estirarse un poco, después deslizó con lentitud su pierna fuera de las sábanas.

— Vuelve a la cama.

— No puedo, mi vida; en una hora tengo que estar terminando el mv y…

— Ay, no. —Lo escuchó murmurar.

— ¿Qué fue eso?

— Ahí vas otra vez. Anoche me dijiste que ya no sería así, pero por lo visto, vas a volver a hacerlo, ¿no? —Minhyun sonrió de lado y se acercó al menor. Se detuvo junto a la cama y le peinó el cabello.

— Mi vida, ya son las siete. —Le acarició la mejilla y Ren se giró para mirarlo de frente. — Deberías dormir un poco más. Eran las cinco cuando te quedaste dormido.

— Y si tú me viste entonces te dormiste después.

— Un poco.

— ¿En qué quedamos? —Hizo un puchero.

— ¿En que te haré el amor todos los días? —Su esposo desvió la mirada un poco y se lamió los labios antes de continuar.

— No. —Se sentó con un poco de esfuerzo. — Minhyun. —Le dio un golpe suave en el hombro. — Estoy hablando en serio.

— También yo. —Se inclinó un poco para poder besarlo. Ren aprovechó esa posición para abrazarlo del cuello y profundizar el beso. Lo jaló un poco más asegurándose de tirarlo con la espalda sobre la cama, se subió en su regazo y le sostuvo los brazos. — ¿Qué estás haciendo, Ren?

— Teníamos un trato. Ibas a descansar bien.

— Sí, del trabajo. —Puso un poco de fuerza en sus brazos y logró soltarlos de las manos del menor haciéndolo también irse un poco al frente. Lo sostuvo de la nuca evitando que alejara su rostro. Terminó con la distancia entre sus rostros besando profundamente a su esposo.

Se mantuvieron así por unos minutos, hasta que el menor cortó el beso y jadeó suave al sentir la cadera del castaño alzarse rozando en su trasero, únicamente cubierto con la sábana gris.
Ren volvió a alzarse y deshizo el nudo que mantenía la bata cerrada, la separó tocando el pecho de su marido y se inclinó de nuevo para besar sus hombros mientras se movía suavemente sobre el regazo del mayor. No mucho después sintió las manos del mismo tomar su cadera.

— Mi vida, tengo que trabajar. —Habló tras varios minutos de sentir los labios del menor besándolo.

— ¿Sabes que Newton definió trabajo como: ejercer una fuerza externa sobre un objeto haciéndolo moverse? —Se sentó tranquilamente en el regazo del mayor, con sus manos en su pecho y haciendo un suave vaivén con su cadera.

— Sí… —Casi gimió sin mover sus manos de lugar. — Lo sé —. Sintió su miembro, ya erecto y aún cubierto por su bata, rozar contra la sábana.

— No necesitas estar allá para trabajar, ¿no crees? —Minhyun le sonrió de lado.

— Como te gusta meterme en problemas. —Recriminó alzando un poco su cadera para terminar de abrir su bata y seguidamente descubrir también la pequeña entrada del menor mientras le hablaba. — Siempre usas tus encantos para hacerme como quieres, y ¿sabes qué?

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora