— ¿S-Sa-Samuel?
— ¿William? ¡Eres tú!
— Samuel. ¿Qué… qué haces aquí?
— ¿Uh?
— Quiero decir… que sorpresa, pero ¿qué haces aquí? Es tarde.
— Lo sé. ¿Podría pasar?
— ¿Qué? —Guardó silencio apenas unos segundos. — "Tengo que salir de sus sospechas. Algo se me ocurrirá." Claro. Pasa. —Abrió completamente la puerta. — Lo siento, me quedé atónito por la sorpresa.
— También yo. —Entró y miró alrededor.
— ¿Quieres comer o beber algo? Estoy cocinando.
— Una taza de café será suficiente.
— Seguro. Siéntate.
— Gracias. —Seleccionó una de las sillas del comedor y se sentó. — ¿No están tus tíos?
— "Maldición. Ya comienza a preguntar". No. —Miró sobre su hombro al otro chico. — No imaginé que vendrías.
— Tampoco yo. La verdad, sólo fue casualidad.
— ¿A qué te refieres?
— Bueno, estaba de paso y algo me dijo que viniera; no pensé en hacerle caso al primer momento, pero cedí. La verdad no creí encontrarte.
— ¿Y eso?
— Porque antes no estuviste.
— ¿Viniste antes?
— Un par de veces. Vinieron también algunos policías, porque te estaban buscando.
— "Demonios." ¿A mí? ¿Por qué?
— ¿Cómo que por qué? Te fuiste una noche sin decir nada y no volviste. Estuvimos preocupados en el palacio, después, su majestad fue muy amable y ordenó tu búsqueda, como dejaste esta dirección vinieron a buscarte, pero nadie supo decirles de ti.
— Oh.
— A propósito, ¿a dónde fuiste todo este tiempo? No dijiste realmente nada.
— Mis tíos tuvieron problemas.
— Entiendo. Y ¿por qué tus vecinos dicen que vives solo? Que no sepan tu nombre sería, quizá, más razonable, pero que nadie haya visto a tus tíos o primo es extraño.
— Tal vez porque mi tío salía muy temprano y mi tía no salía mucho. Además, los vecinos también trabajan y tienen otras ocupaciones.
— ¿A qué se dedica tu tío?
— "Sospecha. Aún sospecha. Debo pensar en algo pronto." Trabaja en una fábrica.
— ¿Fábrica?
— Sí. Una fábrica, y pasa casi todo el tiempo ahí.
— Oh. —Rió leve. — Creerás que soy un tonto, pero acabo de recordar que me habías dicho que estaba desempleado.
— "Demonios, otra vez. Sólo está fingiendo para confundirme." Claro, en ese momento lo estaba, pero dejó de quejarse de los empleos y se quedó en una fábrica.
— Oh. ¿Y eso?
— "Este tonto no va a poder conmigo. Lo confundiré tanto que preferirá no investigarme más." Porque mi tía tuvo un accidente.
— Que pena. ¿Está bien?
— En teoría. —Sonrió mientras movía una cuchara dentro de la taza de café. — Murió.
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Cien millones de razones para amarte
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