CXCI

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— ¿S-Sa-Samuel?

— ¿William? ¡Eres tú!

— Samuel. ¿Qué… qué haces aquí?

— ¿Uh?

— Quiero decir… que sorpresa, pero ¿qué haces aquí? Es tarde.

— Lo sé. ¿Podría pasar?

— ¿Qué? —Guardó silencio apenas unos segundos. — "Tengo que salir de sus sospechas. Algo se me ocurrirá." Claro. Pasa. —Abrió completamente la puerta. — Lo siento, me quedé atónito por la sorpresa.

— También yo. —Entró y miró alrededor.

— ¿Quieres comer o beber algo? Estoy cocinando.

— Una taza de café será suficiente.

— Seguro. Siéntate.

— Gracias. —Seleccionó una de las sillas del comedor y se sentó. — ¿No están tus tíos?

— "Maldición. Ya comienza a preguntar". No. —Miró sobre su hombro al otro chico. — No imaginé que vendrías.

— Tampoco yo. La verdad, sólo fue casualidad.

— ¿A qué te refieres?

— Bueno, estaba de paso y algo me dijo que viniera; no pensé en hacerle caso al primer momento, pero cedí. La verdad no creí encontrarte.

— ¿Y eso?

— Porque antes no estuviste.

— ¿Viniste antes?

— Un par de veces. Vinieron también algunos policías, porque te estaban buscando.

— "Demonios." ¿A mí? ¿Por qué?

— ¿Cómo que por qué? Te fuiste una noche sin decir nada y no volviste. Estuvimos preocupados en el palacio, después, su majestad fue muy amable y ordenó tu búsqueda, como dejaste esta dirección vinieron a buscarte, pero nadie supo decirles de ti.

— Oh.

— A propósito, ¿a dónde fuiste todo este tiempo? No dijiste realmente nada.

— Mis tíos tuvieron problemas.

— Entiendo. Y ¿por qué tus vecinos dicen que vives solo? Que no sepan tu nombre sería, quizá, más razonable, pero que nadie haya visto a tus tíos o primo es extraño.

— Tal vez porque mi tío salía muy temprano y mi tía no salía mucho. Además, los vecinos también trabajan y tienen otras ocupaciones.

— ¿A qué se dedica tu tío?

— "Sospecha. Aún sospecha. Debo pensar en algo pronto." Trabaja en una fábrica.

— ¿Fábrica?

— Sí. Una fábrica, y pasa casi todo el tiempo ahí.

— Oh. —Rió leve. — Creerás que soy un tonto, pero acabo de recordar que me habías dicho que estaba desempleado.

— "Demonios, otra vez. Sólo está fingiendo para confundirme." Claro, en ese momento lo estaba, pero dejó de quejarse de los empleos y se quedó en una fábrica.

— Oh. ¿Y eso?

— "Este tonto no va a poder conmigo. Lo confundiré tanto que preferirá no investigarme más." Porque mi tía tuvo un accidente.

— Que pena. ¿Está bien?

— En teoría. —Sonrió mientras movía una cuchara dentro de la taza de café. — Murió.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora