Una leve llovizna cubría las calles, amenazaba con no cesar volviéndose cada vez más constante, y esperaba recibir al rey apenas bajase del auto.
Los guardias saludaron debidamente cuando vieron a su soberano descender del vehículo que recién se había estacionado. Alguno de ellos fue el encargado de acercarse hasta el auto, llevando un paraguas para cubrir a Minhyun.
— Buenos días, majestad. —Fue el saludo, junto a una venia, de los nobles y representantes que lo acompañarían.
— Buenos días. ¿Estamos listos? —Fue lo que dijo mirando el avión.
— Así es, majestad —. Minhyun inhaló profundamente. La verdad era que sí estaba muy nervioso, pero tenía la confianza en que la veracidad con la que contaría lo sucedido, así como un posición firme, lograrían que ese asunto se resolviera e incluso pudieran resolver otros cuantos.
— Majestad. —Saludó firmemente el primer oficial y el aludido no tardó en mirarlo. — Todo está listo, y mis oficiales han terminado de revisar el interior del jet.
— Muchas gracias, oficial Archer. ¿Todo el equipaje está a bordo?
— Los guardias están terminando de revisarlo y subirlo. —Minhyun asintió y miró a dónde un grupo de personas revisaban maleta por maleta. Volvió a suspirar.
— Una por una, señores. —Decía el líder de aquel equipo.
Entre 12 y 15 personas habían sido seleccionadas para asistir la revisión del equipaje. Usualmente era el mismo equipo, y hacia poco se había unido a ellos un nuevo integrante que dijo ser de Brighton, cuyo padre, a quien mencionó como único familiar, fue víctima de la explosión del avión unos días antes, consiguiendo convencer al líder del equipo para que le diera un lugar, pues revisar el equipaje real era un trabajo por el que le pagarían bien, y el chico sostenía la necesidad del dinero para gastos médicos.
— Hagan un buen trabajo, chicos. Tenemos que terminar pronto. —Continuó al tiempo que se acercaba al chico nuevo. Un joven castaño que parecía tener problemas con el detector de metales. — ¿Cuál es el problema?
— Es que... ha hecho un ruido raro y ahora no quiere funcionar.
— Deben ser las baterías. ¿Dejaste pasar alguna maleta después de que hizo el ruido?
— No.
— Entonces no te preocupes. —Cambió las baterías del aparato y lo devolvió al castaño. — Continua. —Le indicó encendiendo el detector.
— Gracias, señor. —Respondió con su voz grave y continuó revisando la maleta. Miró a un lado donde los perros que habían revisado el avión ahora revisaban también las maletas. Se acercó a ellos y les mostró la maleta. Los perros la olfatearon y se sentaron cuando estuvo bien, luego el chico la puso en un carrito junto a otras cuantas.
— Lo haces bien, novato. —Felicitó una compañera dándole un par de palmadas en la espalda.
— Gracias. Es la primera vez que trabajo en esto.
— ¿Cómo dices que te llamas?
— Satoru. Satoru Saotome.
— Ah, eres extranjero.
— Sí, señorita. Nací en Tokio.
— Ah. Tal vez después podamos ir al cine. —El castaño sólo asintió y ambos volvieron a su trabajo.
Luego de haber revisado todas las maletas, alguno recibió la indicación para llevarlas al maletero, así que tomó el carrito y sin decir más comenzó a caminar hacia la compuerta del avión.
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Cien millones de razones para amarte
Romance¡Atención! Si estás leyendo esta historia en cualquier otra plataforma que no sea Wattpad, probablemente corras riesgo de sufrir un ataque virtual (Malware / Virus). Si quieres leer esta historia te recomiendo hacerlo en el sitio donde está publicad...