CLXXXI

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Pasaba un día y pasaba otro, con toda la normalidad que, ni mis papás ni yo, podemos disfrutar todo el tiempo.

He estado yendo a la escuela, juego con mis amigos y con mi profesora, pero no me gusta ver que mi mami se pone triste cuando me voy a mi salón.

Hace poquitos días mi papá no se veía feliz, pero después volvió a sonreír, y ahora estoy en casa del profesor Namjoon. Papá me dijo que platique con él y le diga cómo me siento, pero ya estuvimos platicando un rato y ya me aburrí, así que mejor me voy a jugar.

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— Minsoo, por favor, haz caso a tu profesor favorito. —Casi rogó mientras el pequeño corría por el departamento sin pantalones.
— Minsoo, ¿eres un niño grande? —El menor lo miró. — Los niños grandes no andan por ahí sin pantalones.

— Pe-o, si no me pongo los pantalones puedo sali- a juga- con las f-odes.

— No, Minsoo. Los niños grandes no se ensucian con las flores cada cinco minutos. ¿No eres un niño grande?

— A-ah. —Rió el pequeño corriendo de nuevo.

— Minsoo. Ahg, ven aquí, pequeño pillo. —Llamó entre divertido y preocupado por la energía del niño. Corrió tras él y lo alcanzó justo antes de que subiera a un banquito y tratase de abrir la puerta.
— Te tengo. —Minsoo rió cuando su profesor lo levantó. — Eres un pequeño fugitivo, eh.

— No. Yo siemp-e soy el policía.

— ¿Ah, sí? ¿Quién es el fugitivo entonces?

— A quien pe-seguimos mi papá y yo.

— ¿En serio?

— Sí. Mi papá es el genedal de una base sequeta y yo soy el piloto que per-r-sigue al fu-itivo.

— Ah, ya veo. ¿Juegas mucho con tu papá?

— Ti.

— ¿Y con tu mamá?

— Tamb-én. Mami juega conmigo en el pa-que.

— Ah. —Volvió a alzarlo en sus brazos cuando le metió los pantalones y se dirigió esta vez a la cocina. — Veo que puedes juntar más palabras.

— Sí.

— Es sorprendente, considerando tu edad.

— Mami dice que es po-que ap-endo dápido.

— Pues lo haces. —Sentó al pequeño en la silla alta. — Un niño de cuatro años no podría pronunciar tantas palabras aún. Eres un niño muy inteligente, ¿te lo han dicho? —Minsoo asintió.

— Nina lo dice. Lo depite mucho cuando juega conmigo.

— Seguro que sí. Bueno, Minsoo, —Tomó el pequeño tazón del niño y sirvió la comida que ya estaba tibia. — ¿qué te parece si hablamos del incidente de hace unos días?

— ¿Cuál indicente?

— Incidente, Minsoo. Algo que te pasó en la escuela con algunos compañeros.

— La señodita Hyedi dijo que pintadamos la cada de nuest-os amigos, y yo pinté a Soyul y Minsoo. Desp-és la señodita Hyedi me dijo que tenía que dibujar a mis amigos en la hoja, no pintarles la cada de ve-dad.

— Ah. Y ¿tú dibujaste en la cara de los niños?

— Ajá. Y ellos en mi cada.

— Ah. Ya veo, y ¿te regañaron?

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora