VII

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— ¿Ya llegamos?

— Sí, mi vida. Ya llegamos.

— Oppa, dime algo bonito. —Se asomó por el medio de los asientos de su hermano y su cuñado.

— Lizzy.

— ¿Qué sucede?

— Nada. Me dijiste que te dijera algo bonito.

— Ay, oppa, ¿qué va a decir Ren? —Dijo sonriendo mientras Minhyun estacionaba el auto.

— Pero tiene razón, oneichan.

— Ya estamos aquí. —Los tres aplaudieron y bajaron del auto dispuestos a reunirse con los demás.

— Y ¿por qué no preguntamos si podemos poner todas las tiendas aquí alrededor?

— Haesoo, relájate un poco. No creo que haya problema.

— ¿Qué sucede, papá? —Habló Minhyun apenas llegaron junto a los demás.

— Bueno, parece que dormiremos separados por varios metros y Haesoo está un poco nerviosa.

— Yo no sé mucho de campamentos y esas cosas, pero... ¿y si sale un oso?

— Cariño, cálmate, no creo que haya osos aquí. Si fuera así la gente no estaría tan despreocupada.

— Es verdad, mamá.
Baekho y yo investigamos, no hay de qué preocuparse.

— Bien. De acuerdo. Está bien.

— Vengan, vamos a alzar nuestro campamento. Ya está todo listo.

— Baekho, si vas a casarte con Raina, ¿podemos llamarte onisan? —Habló tímidamente Ren antes de que su futuro cuñado se fuera.

— Claro, sí. —Ren sonrió victorioso y agradecido.
— Oh, por cierto, rentamos tres tiendas solamente. Así que... ¿cómo nos acomodamos?

— Podríamos ser los chicos en una, y que Raina y Lizzy duerman con mis padres en otra. —Sugirió Jeonghan.

— ¿Qué tal si Raina y yo dormimos en una y ustedes se acomodan como puedan? —Bromeó Lizzy.

— ¿Por qué no dormíamos las mujeres en una y que los hombres se acomoden como quieran? Al fin y al cabo son más. —Dijo esta vez Raina.

— No sé, yo sigo creyendo que debemos dormir nosotros en una, en otra ustedes con mis padres y los señores Hwang y los señores Kang en otra.

— Creo que es la más razonable. —Apoyó So.

— Y ¿por qué no, en todo caso, nos dormimos dos y dos? —Habló esta vez Sun Hee. — Quiero decir: que Sooyoung y Haesoo duerman con Raina y Lizzy, creo que deben convivir; Baekho y Jeonghan con So y Kyung ho y nosotros dormimos con Minhyun y Ren.

— Suena bien, digo, así platicamos un poco con las chicas, puede que hasta nos sintamos más jóvenes...
O más viejas. —Rió Sooyoung mirando a Haesoo y ella también rió.

— Sí, estoy de acuerdo. —Dijo la señora Choi. Miró a su esposo y al padre de Baekho. — Ustedes hablen de cosas de hombres con los chicos, nada más no los traumen y... bueno, la verdad no sé de qué hablarían ustedes, pero ahora los cuatro son Hwang. —Ren le sonrió a su madre y asintió.

— Bueno, entonces, ¿quedamos con la última opción? —Todos asintieron mirándose unos a otros.

— Bien, vamos a alzar nuestras tiendas y después comeremos algo. —Dijo Raina. — Antes de venir le dijimos a Minhyun y Ren que guardaran la comida.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora