IX

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La luz de la mañana se filtró en las tres tiendas. Los primeros en despertar fueron los padres y salieron con apenas unos minutos de diferencia reuniéndose en el camper. Prepararon algo de café y charlaron de sus tiempos de juventud antes de que cuatro de los chicos entraran saludando; ellos eran: Baekho, Jeonghan y las chicas. Se sentaron junto a sus padres y conversaron sobre la futura boda de Raina y Baekho y las anteriores de Minhyun y Ren.

— ¿Qué tenemos planeado para este día? —Habló Jeonghan mirando a la nada.

— Papá prometió que nos enseñaría a pescar. —Reprochó Raina volviendo su mirada a su padre. — ¿Todavía lo haremos

— Por supuesto. Rentaremos una lancha o un barco e iremos a pescar.

— Si salimos temprano podremos comer allá. Nos quedaremos aquí esta noche y nos vamos mañana por la mañana, tal vez hasta podamos recorrer el lugar. —Anunció Baekho antes de dar otro trago a su café.

— Me parece buena idea. —Apoyaron los demás.

Continuaron hablando un rato, después Lizzy se ofreció a preparar el almuerzo y los demás comenzaron a poner la mesa.

— Oigan, ya es tarde. ¿Qué Minhyun y Ren no piensan levantarse?

— Cálmate, Jeonghan, apenas van a dar las ocho.

— No entiendo cómo estás tan tranquila, Raina, tampoco deberían estar muy cansados. ¿No se levantan temprano a diario?

— Quizá por eso quieren descansar más hoy, son vacaciones, Jeonghan, cálmate. —Apoyó Baekho a su prometida. Apenas pasaron unos segundos antes de que Jeonghan volviera a hablar:

— Ya es suficiente, voy a despertarlos para que al menos salgan y desayunen con nosotros. —Dejó los platos que tenía en las manos sobre la mesa, se dirigió a la tienda a sus espaldas y entró. Efectivamente, los dos chicos seguían acostados, abrazados y serenos.

 Efectivamente, los dos chicos seguían acostados, abrazados y serenos

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— Eh, Ren, Minhyun. —Le llamó acercándose a ellos. Los movió un poco volviendo a llamarles y agregando: — el desayuno estará listo pronto. Arriba.

— Jeonghan, Ren está muy cansado. —Escuchó decir a Minhyun, aunque no abrió sus ojos.

— Pues despiértalo y salga ya. Son los únicos que siguen acostados. —Minhyun sintió a su esposo moverse a punto de despertar.

— Shh, no pasa nada. —Le susurró volviendo a acomodarlo.

— Levántense ya, ¿no piensan desayunar? —Finalmente Ren se estiró y abrió lentamente sus ojos. Minhyun suspiró.

— Dime una cosa, Jeonghan. —Volvió a hablar Minhyun mirando está vez a su cuñado. — ¿Todos los abogados son igual de amargados o solamente los que yo conozco? —Jeonghan se cruzó de brazos.

— No soy amargado.

— Pues no se nota.
Vamos en un momento.

— No lo soy. —Repitió y salió de la tienda.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora