CLVI

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La gran celebración había dejado en las calles cientos de papeles de colores que adornaba la nieve, adornos cruzando de techo a techo y en las farolas. El palacio aún tenía un par de estandartes que llevaban el nuevo sello de la familia real, enterrados en la nieve, lado a lado frente a la puerta principal y uno más, completamente hecho de tela, en la reja, que delataba que ese era el lugar donde la familia había sido recibida.

Dentro del gran recinto los empleados se paseaban de un lado a otro cumpliendo sus respectivos deberes, mientras los reyes estaban dentro de una de las salas de reuniones junto a toda la corte, poniéndose al tanto de cada detalle sucedido en su ausencia.

— Además, están pendientes las presentaciones públicas. —Explicó el presidente de la cámara de lores.

— Y también, el arzobispo, espera que puedan comenzar a acordar una fecha para la presentación pública del príncipe.

— ¿Presentación pública? —Miró a su marido sin perder su expresión tan seria y elegante como siempre. — ¿No será cuando tenga tres años?

— Lo será, majestad; pero estamos a diez meses de eso. Tenemos que hacer todos los preparativos.

— Preferiría omitir esa parte. —Murmuró Minhyun consiguiendo que su esposo sonriera levemente.

— Mi marido y yo lo discutiremos y después hablaremos con el arzobispo. ¿Qué más tenemos como pendientes?

— Bueno, quedan algunas transferencias que necesitan su firma, además de algunos detalles extras que aclarar con la prensa frente al seguimiento del caso de Neeson Scott.

— Ese asunto se queda igual. Digan a la prensa que lamentablemente no hay novedades y la población no tiene mayores precauciones que la última vez, pero tampoco pueden dejar de seguir las que dimos.

— Sí, majestad. También está el desayuno en la fundación.

— ¿Qué desayuno, vizcondesa?

— Los colaboradores de la fundación han preparado un desayuno para darles la bienvenida y agradecimiento de todos. Es un desayuno muy importante, el parlamento también estará ahí, incluso varias televisoras y prensas pidieron permiso para estar presentes. Será algo grande y su ausencia sería enormemente notable.

— Sí. Suena bastante grande.

— ¿Cuánto se invirtió en ello?

— Alrededor de 50 mil libras.

— Eso es demasiado.

— Los miembros de la fundación quisieron hacerse cargo.

— El dinero de la fundación ya tiene destino; no quiero que se desvíen bajo ninguna circunstancia o evento.

— No se preocupe, majestad. Los colaboradores corrieron con la gastos necesarios, y los beneficiados se ofrecieron a preparar el desayuno completo, así que los fondos no se desviaron de ninguna manera.

— Eso espero, marqués.

— ¿Tendremos todo el día ocupado? Quiero resolver unos asuntos más.

— ¿Debemos agendarlo?

— Aún no. Ya no quiero posponer otros asuntos.

— Minhyun, ¿no quedamos pendientes también las revisiones del ejército?

— Ah. Es verdad. Son alrededor de catorce horas de ir y venir. —Miró a los nobles. — ¿Algo más?

— Sobresalientes no, pero diría que tendrán la semana muy llena, majestad.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora