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Minhyun entró al camper con Ren en sus brazos y lo llevó hasta la pequeña cama donde lo recostó con cuidado.

- Okay, vamos a ver. -Dijo mientras Ren se apoyaba en sus codos para alzarse un poco. Minhyun alzó la remera de su esposo volviendo a descubrir su abdomen. - Auh, ¿te duele mucho?

- No tanto. ¿Se ve muy mal?

- Está un poco inflamado. -Pensó un momento y se puso de pie. - Voy por algo de hielo. -Se retiró y Ren se puso de pie, se acercó al espejo a un lado de la pieza y se quitó el suéter.
Minhyun sacó un par de cubos de hielo y los envolvió en un paño, se giró cerrando la nevera y desde el lugar donde estaba alcanzó a ver a Ren delante del espejo de la habitación (que tenía la puerta abierta) con un lado de su remera levantada observando su costado, pero a pesar de tener claro que quería asegurarse de que estuviera bien, verlo de esa manera le pareció una imagen bastante sexy de su esposo. Suspiró, se mordió el labio inferior sacudiendo la cabeza a los lados y se acercó al mueble donde guardaban el botiquín, alzó un poco la vista y volvió a observar al menor: él aún se miraba al espejo, se llevó la punta de su remera a la boca sujetándola con los dientes y con ambas manos estiró un poco la piel de su costado donde el moretón se había hecho más visible, hizo un gesto de dolor y se acomodó la ropa mientras se giraba para ir de vuelta a la cama. Minhyun suspiró una vez más y se dirigió nuevamente a la habitación con el hielo y un frasco de ungüento en las manos. Cuando llegó, Ren estaba recostado mirando el techo con los brazos extendidos a sus costados.

- ¿Sabes? -Comenzó en cuanto notó la presencia de su marido. - Creo que aún debo ser más fuerte.
Tal vez sea muy dramático, pero me duele mucho.

- Es lógico. Tienes una piel muy sensible y para la cantidad de piedras que traías es normal que te duela. De hecho, me sorprendería que dijeras que es lo único que te duele. -Ren lo miró y se mordió los labios.

- Bueno... es lo que más me duele a estas alturas.

- Okay. -Le dio un besito en la nariz. - Vamos a curarte. Acuéstate. -Ren obedeció y una vez que su cabeza reposó completamente en la almohada sintió las manos de su marido descubrir su torso, mantuvo su mirada centrada en el techo pensando en cualquier cosa totalmente despreocupado de lo que sucediera fuera de su mente hasta que sintió tres gotas frías recorrer su abdomen, después una nueva sensación: un frío que recorrió horizontalmente el mismo sitio desde el moretón hasta su ombligo y de regreso lo que, por extraño que le pareciera, lo hizo sentirse bien. Minhyun paseaba lentamente uno de los cubos de hielo por el descubierto abdomen de su esposo escuchándolo comenzar a suspirar.
- Ya está. -Dijo alejando el último cubo de hielo o lo que quedaba de este y lo puso nuevamente en el paño. - Con eso se desinflamará. -Ren pasó saliva tratando de mantenerse tranquilo, lo cual le resultó totalmente imposible cuando sintió los labios de su marido besar el mismo lugar donde tenía el golpe.

- Min...hyun. -Suspiró llevando sus manos al cabello oscuro del mayor.

- ¿Aún te duele?
Un besito siempre ayuda. -Volvió a besar el mismo lugar en el cuerpo del pelirrosa. - Tal vez dos... o tres. -Volvió a besarlo. - Tal vez diez... o cien. -Susurró contra la piel ajena y volvió a besarlo comenzando a formar un camino de besos desde el costado de la cintura hasta el ombligo del menor escuchándolo suspirar más alto. Tomó sus manos apartándolas de su negra cabellera y se posicionó encima de su esposo acercándose para besarlo en los labios.

- Minhyun. -Suspiró cuando el mayor le hizo subir los brazos sobre su cabeza.

- Rennie, me hiciste perder la cuenta. -Reclamó con una sonrisa. - Tendré que comenzar de nuevo. -Le dio un beso suave, pero exigente en los labios. - Uno. -Se dirigió al cuello del menor y también lo besó. - Dos. -Ren suspiró abrazando a su marido. Sus labios volvieron a unirse en un beso casi imparable mientras el menor cedía el paso entre sus piernas al moreno. Estuvieron besándose así por unos minutos, pero se detuvieron al escuchar la animada voz de Lizzy fuera del camper diciendo:

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora