XCI

143 13 1
                                    

[Septiembre]

— Minhyun... el bebé va a nacer ahora. —Avisó Ren acariciando su vientre como si este fuera a escapar.

— Okay. Llamaré a la doctora. Espera aquí. —Se puso de pie y caminó por el pasillo que llevaba a la pieza donde la doctora estaba.
— ¿Doctora? —Llamó tras dar tres golpes en la puerta. Escuchó a la mujer responder desde el otro lado.

— ¿Sí, majestad?

— Doctora, el bebé está por nacer.

— Estaré allí en un momento, majestad. Sólo terminaré de vestirme. —Minhyun suspiró, en gran parte aliviado de no haber abierto la puerta. — Vaya con su majestad Minki, necesitará tenerlo cerca todo el tiempo.

— Sí, doctora. Por favor, no demore.

— No, no. Estaré ahí pronto. —Minhyun dio la vuelta sobre sus talones y comenzó a caminar de regreso a dónde había dejado a su esposo.

— Rennie. —Llamó cuando no lo vio donde lo dejó. — ¿Rennie? —Volvió a llamar. Ahora la sala estaba completamente oscura, las cortinas cerradas y las luces apagadas. Apenas se filtraba un poco de iluminación del crepúsculo cuando el frío viento otoñal empujaba ligeramente la gruesa cortina de color azul marino. Minhyun entró a la pieza llamando por tercera vez a su esposo a la vez que buscaba el interruptor en la pared y tras unos pasos resbaló alcanzando a sostenerse rápidamente de uno de los muebles. — ¿Rennie? —Se preocupó. Encendió la luz y lo que vio debajo de sus pies, culpable de casi hacerlo caer, lo hizo abrir los ojos tan grandes como pudo. Era sangre. Un grueso camino de sangre. Eran gotas grandes de sangre. Tan grandes que podría jurar que el dueño de esa sangre moriría desangrado en cualquier momento, y lo peor era que sólo podía pensar que esa sangre era de una persona.
— ¡Ren! ¡Hwang Minki responde! —Comenzó a caminar tras el rastro de sangre. — ¡Mierda, Minki, dime algo! —Gritaba ya corriendo por el pasillo. Él corría y corría, no había sirvientes, no estaban sus padres, no había visto a la doctora; de hecho, parecía que en toda la casa no había nadie más que ellos. ¿Cómo era posible? No recordaba haberle dado el día a nadie. ¿Dónde demonios estaban los guardias? — Ren. —Murmuró cuando vio el rastro pasar por debajo de la puerta del baño. Sintió un terror único invadirlo cuando se decidió a abrir. Esperando que su mente lo traicionara y no fuera algo tan grave abrió la puerta lentamente y se adentró apenas unos pasos sintiendo sus ojos humedecerse antes de encontrar a su esposo pálido y con los ojos perdidos en la nada, reposando su espalda contra la pared, cubierto de sangre, cortadas y con lo que debería ser su bebé inmóvil sobre su regazo frío.

— ¡No! —Gritó alargando la vocal.

...

— Minhyun. —Sintió el movimiento en su brazo y abrió los ojos. Su respiración era agitada, sus ojos llorosos y su corazón estaba por estallar de lo rápido que latía. Ren lo miraba con preocupación aún sosteniéndolo del brazo.

— Ren. —Se sentó y lo tomó entre sus brazos. Miró a los lados. La habitación estaba oscura, pero era lógico siendo las tres de la mañana.

— ¿Tuviste una pesadilla? —Dijo el rubio alzando su rostro aún entre los brazos del mayor. Minhyun cerró sus ojos y sollozó. — Min. Cariño, sólo fue un mal sueño, tranquilo, yo estoy aquí contigo. —Susurró con amor. Acto seguido fue estrujado con más fuerza por su marido.

— No sabes cuánto me alegra eso, mi vida. Me alegra tanto que sólo haya sido un sueño... "otra vez".

— Ya pasó. —Se liberó un poco para cambiar las posiciones, siendo que ahora él abrazara al mayor y lo acurrucó en su pecho. — Dime ¿qué soñaste? —Minhyun suspiró aferrándose más al torso de su esposo. — Cariño, estás llorando, ¿por qué?¿Tan malo fue? —No recibió respuesta, así que también se limitó a acoger en sus brazos al mayor y acariciarle la espalda consolándolo.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora