LIII

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Minhyun y Ren habían tomado el primer vuelo a Japón y éste había aterrizado hacia unos minutos. Rentaron un auto y condujeron hasta la gran residencia de los Choi. Los sirvientes los reconocieron y recibieron de inmediato.

— Mamá. —Saludó con alegría Ren en cuanto su mirada se topó con la de su sorprendida madre.

— Chicos, —Fue lo primero que dijo Haesoo. — que sorpresa, nos hubieran avisado que venían. ¿Cómo están?

— De maravilla, mamá Choi; de maravilla.

— Se nota. Vengan, siéntense. —Ellos sonrieron y se sentaron en el sofá delante de Haesoo.

— Hye Rin está tranquila ahora, —Anunció So bajando las escaleras. — sólo tomará una... —Su mirada se centró en su hijo y su yerno.
— Minki, Minhyun, que sorpresa. ¿Cuándo llegaron? ¿Por qué no nos avisaron que vendrían?

— Queríamos que fuera sorpresa. —Se tomaron de las manos. — Una completa sorpresa.

— Vaya que lo es. Kikio, dile a Jeonghan y Sooyoung que bajen de inmediato y avisa a Dongho también.

— Sí, señor Choi. —Ella hizo una venia y volvió a subir las escaleras mientras So se encaminó hasta la sala tomando asiento junto a su esposa.

— Y ¿cómo está Raina?

— Ah, se va reponiendo poco a poco, aunque tiene que tener mucho reposo, además de que todo esto le ha dejado un pequeño trauma. Está muy sensible y asustada.

— ¿Estará bien?

— Pues eso dice el psicólogo. Recibe terapia junto a Dongho.

— Ya veo. ¿Dónde está ahora?

— Tomando una siesta. El doctor se fue apenas unos minutos antes de que ustedes llegaran.

— Bueno, y ustedes, ¿cómo están llevando todo? Lamentamos mucho habernos perdido su coronación, pero ya vimos que estuvo muy bonita.

— ¿La vieron?

— Sí, la pasaron en las noticias y estuvo en primera plana toda la semana.

— Además, —Miraron a Minhyun. — tus padres nos enviaron algunas fotos de una ¿feria, festival, fiesta? La verdad no supimos muy bien qué era, pero estaban ustedes saludando a mucha gente, en una tarima y después saludando desde no sé dónde.

— Ah, sí, todo el país celebró, seguramente alguna de esas fotos fue de cuando Minhyun y yo bautizamos los barcos.

— Ah, sí, me acuerdo que algo me contaste. —Ren asintió y los emocionados gritos por la escalera llamaron la atención de los cuatro.

— ¡Ren! ¡Oppa! —Llegó Lizzy muy emocionada a abrazar a ambos seguida de su hermano mayor. — Que emoción. Que bueno que llegaron, porque ya sólo faltan ustedes por saberlo.

— ¿Qué sucede?

— Me voy a casar. —Anunció soltando un agudo gritito al final.

— Woah, que bien, oneichan.

— ¿Con el chico que nos presentaste en la boda de Raina y Baekho? —Ella asintió.

— Me imagino que gobernar no es algo tan sencillo y por eso no se habían dado una vuelta por aquí, ¿estoy en lo correcto?

— De hecho, Jeonghan, con tus estudios de leyes te darás una idea de cómo es. Salvo por el hecho de que nosotros no nos dejamos absorber por una mala pasada.

— Como sea. —Volvió a hablar Jeonghan rodando los ojos. — Entonces, ¿se dieron a la fuga o tienen permiso?

— Da la casualidad, Jeonghan, de que no somos sólo gobernantes, somos los reyes y no necesitamos permiso para venir.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora