CXCV

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La mañana llegó con un frío viento y un cielo nublado. El olor a la lluvia de la noche anterior se colaba ligeramente por una rendija en la ventana, de la habitación; ahí las prendas estaban tiradas en el suelo y la tranquilidad inundaba, al igual que el sueño de los esposos que dormían profundamente enredados en las sábanas que cubrían sus cuerpos.

Pasaron apenas unos minutos de esa tranquilidad antes de que fuera interrumpida por el timbre de llamada proveniente del teléfono sobre el buró del lado derecho.

Los esposos habían alzado la cabeza apenas un poco, pero fue finalmente el rubio quien tomó el aparato para responder.

(Inglés)
~ Diga. -Se frotó los ojos.

~ Buenos días, majestad.

~ ¿Quién es?

~ El conde Henderson, majestad.
~ Es mi deber asegurarme de que la guardia esté a tiempo para recogerlo en cuanto llegue al aeropuerto.
~ En este momento se está dando aviso a la oficina de policía en Madrid para que estén listos para recibirnos.

Minhyun se golpeó la frente con la palma de su mano.

~ Bien.
~ En ese caso avíseme en cuanto Madrid confirme que tiene la escolta lista.

~ Por supuesto, majestad.

~ Lo veré en unas horas, conde.

~ Con todo gusto, majestad.

Minhyun terminó la llamada y volvió a dejar el teléfono. Abrazó el cuerpo de su esposo y le dio un beso en la cabeza antes de moverlo suavemente escuchándolo hablar casi al instante.

(Coreano)
- No te levantes aún. -Murmuró adormilado.

- ¡Buf! ¿Qué más quisiera, vida mía? Pero tengo que hacerlo.

- No. -Reprochó el moreno abultando sus labios. - Aún faltan unas horas. Duerme un poco más, abrázame y después te levantas. -Minhyun rió ante la ternura que seguía causándole su esposo; lo aferró a su pecho estrujándolo entre sus brazos y le dio otro beso en la frente.

- Quisiera no soltarte, mi vida, pero el avión partirá en cuatro horas, y tengo que estar ahí a tiempo. -El menor negó sin moverse del pecho de su marido.

- Casi no has dormido.

- Eso no es sólo mi culpa. -Escuchó al moreno reír bajito. - Tú duerme, mi vida. -Intentó moverlo, pero su esposo lo abrazó negándose a moverse. - Mi vida, en serio debo levantarme. Sabes que esto es importante.

- No lo sé, Min. Todavía se me hace muy extraño que los príncipes hayan solicitado esto. Sun Hee dice que quienes van a resolver eso siempre son los representantes de estado.

- Esto es algo más delicado, mi vida. Ni Carlos ni Diana son quienes sospechan de nosotros. Dicen que quieren arreglarlo.

- Sí, pero no es excusa. De todos modos, ¿por qué insistir en que se presente al menos uno?

- Mi vida, tienes que calmar un poco al país. Tras la noticia de que el rey fue atacado al entrar a las costas inglesas se comenzó a esparcir el rumor de un posible atentado o una polémica política con España.

- Sí, lo sé. -Suspiró. - Bien. -Se rindió alzando un poco la cabeza. - Pero yo me voy a levantar contigo entonces.

- No, mi vida. -Lo acomodó a un lado. - Sigue durmiendo un poco más.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora