XLVIII

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Jungkook había llegado durante la noche y había sido recibido bien tanto por los sirvientes como por Ren y Minhyun, el palacio lo había impresionado bastante, aunque sus ansias por ver al rubio habían resultado mayores, pero estaba muy cansado y después de beber una taza de té y hablar un poco con Ren se fueron todos a dormir.

En la mañana después del desayuno Ren salió a caminar por el jardín con Jungkook y Nina a quien había presentado con entusiasmo a su amigo. Más tarde volvió con Minhyun encontrándolo relajadamente recostado en el sofá de la sala.

— ¿Estás bien? —Dijo obteniendo de inmediato la atención de su marido.

— Neeson acaba de ser trasladado a la prisión de Gales para cumplir su sentencia, por eso estoy bien, pero hay algo que me preocupa. —Se sentó en el sofá y guió a su esposo a sentarse a su lado. — ¿Dónde dejaste a Jungkook?

— Fue a su habitación a buscar algo. ¿Eso te preocupa?

(Coreano)
— No, lo que me preocupa es que hoy tampoco hayas comido bien, desde ayer apenas pruebas bocado.

— Lo siento. Es que... no... no me da apetito.

— ¿Quieres ir con un doctor?

— No, no hace falta. Sólo... —Se llevó una mano a la frente. — se pasará. ¿Nunca te ha pasado que tienes hambre y no quieres comer nada de lo que hay, pero tampoco sabes lo que quieres comer?

— Emm... no... creo que no.

— Pues es lo que me pasa, pero ya pronto se pasará, ¿vale? No te preocupes demasiado. —Minhyun le rozó la mejilla y deslizó suavemente sus dedos hasta su barbilla, pasó su dedo pulgar por el labio inferior ajeno; agradecía al universo que su esposo supiera cómo camuflar esa línea rojiza que permanecía en su labio a causa del golpe, aunque no lo hacía sentir mejor y eso era evidente en sus ojos.
— Ya no te preocupes. —Dijo suavemente dedicándole una leve sonrisa.

— Es que... no puedo creerlo. —Apoyó su cabeza en el respaldo del sofá. — Como quisiera haberle desecho la cara a golpes...

— Minhyun...

— No es seguro, pero en ese momento no tenía otra cosa en mente más que golpearlo tanto que creo que hubiera podido matarlo así, pero... un rey no debe hacer eso. Si mamá no me hubiese hablado, créeme que habría podido olvidar que lo soy.

— Pero tú eres bueno, no creo que lo hubieses matado a golpes. —Minhyun mantuvo su mirada en el techo los mismos segundos que permaneció en silencio y después miró a su esposo.

— Si tus padres hubiesen sabido que no te protegería bien, seguro que hubieran evitado a toda costa que te casaras conmigo. Creo que este es ese momento en que podría dejar que tu padre me golpeara y no metería siquiera las manos, no tendría razones para defenderme porque él estaría en lo correcto. —Ren bajó la mirada. — Me sorprende que no hayan llegado ya.

— Mis padres no lo saben. —Confesó con la voz quebrantada.

— ¿No? —Realmente estaba sorprendido.

— No. No ví qué caso tenia decírselos...

— Son tus padres.

— Pero ellos deben cuidar de Raina. Tú me protegiste y te mantuviste firme aún cuando querías golpearlo, nunca me había sentido tan a salvo como ahora.

— Aún así, Rennie. Creo que deberías decirle a...

— No. —Su mirada llorosa se dirigió nuevamente a su marido que lo miró con cariño y compasión. — Él no me hizo nada porque tú llegaste a salvarme...

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora