CLXXVI

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— Min. —Llamó Minki en un susurro. — Min. —Intentó nuevamente despertar a su marido.

Pasaban ya de las diez de la mañana y, aunque Minhyun había vuelto al palacio casi a medianoche, no era usual que durmiera tanto.

— Bien, duerme. —Besó la mejilla del moreno y la de su hijo, que dormía también, recostado sobre el pecho de su padre.

Minki, que se había levantado un par de horas antes, salió de la habitación haciendo el menor ruido posible. Bajó las escaleras con la elegancia acostumbrada mientras anunciaba a Cleare:

— El rey y el príncipe no bajarán por el momento, envié a Samuel a la oficina. Yo lo recibiré.

— Sí, majestad. —Respondió ella antes de hacer una venia y esperar a que pasara el rubio para darse media vuelta.

Minki se dirigió a la oficina de su marido antes que a la propia, recogió del estante y el escritorio varias carpetas, un pequeño directorio y se retiró.

Una vez frente a su escritorio comenzó a acomodar las carpetas a un lado, dejó el directorio cerca y tomó también un lapicero. Se sentó, acomodó sus anteojos y comenzó a hojear los documentos en una de las carpetas. Justo a tiempo para escuchar tres golpes en la puerta y la voz de Cleare anunciando a Samuel antes de dejarlo pasar.

— Buenos días, joven Carter. —Saludó antes de mirarlo. Le hizo una seña para que se acercase. — Tome asiento y déjeme ver lo que trae.

— Sí, majestad. —Se apresuró a obedecer, sacando de una pequeña mochila un sobre que entregó al rey. Y él comenzó a revisar hoja por hoja.

— ¿Qué carrera está estudiando, Carter?

— Ingeniería.

— ¿En qué rama?

— Geotécnica.

— Okay. Te conviene iniciar prácticas laborales. Pon a prueba todo lo que has aprendido en áreas que te lo permitan, así cuando te gradúes tendrás experiencia en lo que harás.

— Gracias por su consejo, majestad. Sólo que no quisiera dejar a mis compañeros. He trabajado en los palacios desde hace tiempo y me siento muy aferrado a ellos.

— Carter, le diré una cosa: para emprender un camino se necesita soltar algunas cosas, a algunas personas y a veces costumbres. Cargarlas es demasiado cansado, y si se detiene por ello perderá magníficas oportunidades. No sienta que está atado a este trabajo de por vida, considérelo como un trampolín a su verdadero objetivo y persígalo. Siga sus principios éticos y verá que la gente que lo estima siempre lo apoyará aún si van por caminos distintos.

— Entiendo. Gracias, majestad.

— Por nada. Te firmaré el permiso para que estés en la universidad todo el primer día, conoce a tus compañeros, recoge tus documentos, ubica los salones, etcétera, etcétera. Si necesitas otro permiso tendrás que pedirlo, ¿de acuerdo?

— Sí, majestad. Gracias —. Minki volvió a guardar los papeles dentro del sobre.

— Está todo en orden, y bienvenido al palacio de Buckingham. Ve con Cleare para que te acomode en una habitación y te asigne tus actividades. Ah, una cosa más: en lo que va de este año, el palacio ha estado cerrado a los visitantes, y seguirá así hasta dentro de seis meses más, así que, cuando se abran las puertas, no te sorprendas de ver turistas en los jardines, sólo deben asegurarse todos de que no haya fotografías o videos de ningún asunto de importancia política. Cleare te pondrá al tanto también.

— Sí, majestad.

— Bien. Es todo, puede retirarse, joven Carter.

— Muchas gracias, majestad. —Se puso de pie en hizo una reverencia.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora