CLXXXV

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Lucky alzó la cabeza al escuchar la risa de Minsoo cuando entró junto a su madre del jardín.

— Ya tenemos las palabras mágicas, mami.

— Sí, Soosie. Ahora podremos hacer grande a papá otra vez.

— Ah. No.

— ¿No? ¿Por qué no?

— Es que así no se va a t-abajal y lo puedo tenel aquí conmigo.

— Oh, Soosie. —Se inclinó para mirar a su hijo. — ¿No te gusta que papá esté entre esas luces de colores, cantando y bailando?

— Sí, pero se va mucho tiempo y casi no puede jugar conmigo.

— Sí, Soosie. Lo sé. —Se arrodilló para quedar completamente a la altura del niño. — Papá tiene mucho trabajo cada vez que sale un nuevo disco suyo, y pasa poco menos de 10 hora en casa, de las cuales son 6 u 8 para dormir.

— Sí.

— Pero ¿no crees que dejarlo así de pequeño también podría hacer que no pueda jugar contigo igual? —Minsoo lo miró. — Mira, bebé —Se sentó en el suelo y atrajo a su hijo a sentarse en uno de sus muslos— conforme una persona crece también empieza a tener otras cosas que hacer. Un adulto tiene que trabajar para poder mantenerse y mantener a su familia, ¿comprendes?

— Aja.

— Bien. Papá es un adulto, y desde que lo conozco trabaja arduamente para hacerse su propio camino. —Notó la mirada extrañada del niño. — Quiero decir que... papá escogió su trabajo a pesar de que sabía que iba a consumir mucho de su tiempo, y lo hizo porque le gusta, porque en algún momento soñó con ser una gran estrella, y se esforzó mucho para volverlo realidad. Nadie debe rendirse sólo porque al principio pueda fallar. ¿Entiendes?

— Ah. Algo así.

— Mira, ahora no sabes escribir, ¿cierto?

— No, pero la señodita Hyedi nos está enseñando las let-as.

— Bien, ¿ves cómo todo se aprende poco a poco?

— Aja.

— Ahora no sabes escribir, pero ya conoces algunas letras, y en unos años escribirás frases completas, sean larga o cortas.

— Pe-o se me olvidan algunas let-as.

— Entonces las repasamos juntos, pero no porque olvides unas cuantas significa que vas a rendirte a aprenderlas, ¿cierto?

— No.

— Eso es. A eso me refiero, bebé: aunque te equivoques y se te olvide, un día sabrás hacerlo, pero si te rindes ahora no avanzaras más. La vida está llena de equivocaciones, y hay que aprender a aceptar cada vez que nos equivocamos, porque sólo así podemos seguir avanzando.

— Ajá.

— Algo así es lo que debía pensar papá cuando se preparaba para ser el gran ídolo que es ahora. Seguro que tuvo sus momentos difíciles, pero no se rindió y mira, ahora es todo una estrella. Él sabía que cuánta más fama tuviera también tendría más trabajo, y lo aceptó porque esta es su meta. Cuando supimos que ibas nacer nos prometimos que te cuidaríamos y te daríamos todo lo necesario. Papá lo repetía para ti cuando estabas en mi pancita, y para ello también trabaja con mucho esfuerzo; aunque eso le quite un poco de tiempo con nosotros. Lo hace para que estemos bien, se ausenta unos días para que después podamos pasar más días juntos, con los beneficios de su arduo trabajo.

— Ah.

— ¿No recuerdas que después de su trabajo, papá puede pasar mucho tiempo con nosotros?

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora