XXIX

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Minhyun y Ren entraron a su casa con la misma sonrisa aún en sus labios. La puesta de sol iluminaba el departamento a través de las cortinas. Minhyun inhalo profundo apenas cruzó la puerta; entrar a su casa y encontrarla limpia y ordenada le gustaba, pero le gustaba más ver a su esposo en esa misma casa.

— Bueno, mis padres invitaron a los tuyos a quedarse con ellos, tus hermanos ya se fueron, mis amigos también están en su servicio, ¿de qué más me perdí?

— Raina y Baekho se van a casar este sábado.

— ¿El sábado? Eso es en dos días.

— Lo sé, aquí está la invitación, mira. —Tomó el sobre de la mesa de la sala y se lo entregó a su marido. — Ahí dice la fecha.

— Ya veo que sí... bueno, tomaremos el avión mañana temprano para llegar allá con tiempo. Según dice aquí, la ceremonia es al mediodía.

— Sí. Oh, hay algo más que quiero que veas.

— Claro, ¿qué es?

— Lucky. —Llamó Ren y el gato de inmediato se acercó a él. — Papá llegó. —Lo cargó y lo acercó a Minhyun.

— Hola, Lucky. —Lo acarició y el animal de inmediato lo aceptó. — Has crecido mucho. —Ren se lo entregó. — Woah, también has comido bien, pareces estar muy sano.

— Lo he llevado al veterinario y seguí sus instrucciones para todo.

— Mi vida, —Bajó al gato y abrazó a su esposo. — eres realmente muy independiente. —Ren sonrió.

— Tal vez, pero aún así me hacías falta.

— Y tú a mí. —Se besaron una vez y luego otra, y otra, y otra...
— Extrañé tanto tus labios. —Susurró sin alejar su rostro del de su esposo.

— Yo también extrañaba los tuyos, Min. Extrañé estar en tus brazos. —Rozó sus labios con los de su marido mientras soltaba un suspiro. — Extrañé todo de ti. —Susurró antes de que volvieran a besarse.

El ritmo de sus labios se aceleraba cada vez más y poco después sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo ajeno

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El ritmo de sus labios se aceleraba cada vez más y poco después sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo ajeno. Se separaron apenas un momento y se miraron. Sus ojos declararon todo el amor que sentían,

Claro estaba que las palabras sobraban y más aún cuando volvieron a besarse y comenzaron a deshacerse de la ropa mientras avanzaban hacia la habitación.

Claro estaba que las palabras sobraban y más aún cuando volvieron a besarse y comenzaron a deshacerse de la ropa mientras avanzaban hacia la habitación

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Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora