CLV

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- ¿Segura que no vienes con nosotros a Londres?

- Ay, mi niño, sabes que tu padre es muy nervioso y ya estuve mucho tiempo fuera del país.

- Seguramente cuando se entere que te llevamos a China se molestará.

- No tiene por qué. Esa fue mi decisión.

- La abuela tiene razón, mi vida.

- Pero mi papá...

- Tu papá se va a calmar cuando llegue a Japón, vea a mi doctor y tome un descanso de una semana mínimo. Ya verás.

- Pero...

- Confía en tu abuela, ¿sí? -Ren sonrió y asintió una vez. - Después de esa semana puedo ir a verlos a Londres, ¿qué te parece? Llevaré a tus padres si hace falta para que estén tranquilos.

- De acuerdo, pero tampoco debes exigirte mucho, abuela. Cuida tu salud para que nos dures muchos años.

- Te lo prometo, Minki. -Se abrazaron.

- Ay, abuelita, siempre me hace sentir triste despedirme de ti.

- Entonces te abrazo más fuerte para que te consueles. -Lo apretó un poco, pues sus delgados brazos ya no disponían de la fuerza para estrujarlo como cuando era un niño.

- Ten un buen viaje.

- También ustedes, mi niño. Y no dejen de estar al pendiente de sus deberes. Están trabajando muy bien los tres.

- Gracias, abuelita.

- Gracias, abuela Choi.

- G-acia-, bi-ab-ela.

- Deberían formar un coro ustedes tres. -Bromeó al escuchar las tres voces armonizadas. - Los veré, pronto. -Tomó su bolso del asiento donde antes estaba y se lo colgó al hombro.

- Nos vemos, abuelita.

- Vaya con cuidado, abuela Choi.

- Atiós, bi-ab-ela.

Se despidió una última vez con la mano y sonriendo con alegría, y cruzó la puerta que la conducía hacia el avión, seguida de algunos empleados que la ayudaban a llevar su equipaje.

...

(Londres, Inglaterra)

(Inglés)
- De prisa, de prisa. Lleva las flores a la mesa de banquete. -Indicaba Cleare a los empleados que se paseaban de un lado a otro con adornos, floreros, vajillas, etc.

- Cleare, por favor, relájese un poco. Todo estará listo a tiempo.

- Lady Nina, -Hizo una venia. - que bueno que baja. ¿Qué le parece el piso de arriba?

- Está perfecto, Cleare. -Suspiró mirando alrededor. - Se siente tanta alegría; justo como debe ser diciembre.

- Sí, lady Nina. La llegada de sus majestades es un gran motivo de fiesta, y con la proximidad de fin de año será una fiesta aún más grande.

- Déjeme ayudarla, Cleare. -Tendió su mano pidiendo la tablilla que llevaba con los arreglos anotados en una hoja. - Encárguese de supervisar todo en la cocina y yo me encargaré de los detalles del salón.

- Sí, lady Nina. Con permiso. -Hizo una venia y se retiró hacia la pieza indicada.

La familia real volvía a la gran ciudad después de un largo tiempo, realmente un buen motivo por el que el país estuviera de fiesta, aunque nada como Londres, que se había estado preparando desde un mes atrás, bajo las órdenes de los duques y había preparado una gran bienvenida.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora