LXXXVIII

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[Agosto]

Y los tres días pasaron. Minhyun había vuelto luego de aclarar que su ausencia era debido a una situación completamente ajena a un problema, y que, de hecho, su regreso a la capital llevaría consigo un motivo de celebración.

— ¿Por qué dijiste eso?

— Porque en nuestro regreso a Londres nuestro pequeño Min ya habrá nacido. —Ren tomó otra cucharada de helado. — ¿Me extrañaste mientras no estuve? —Ren asintió llevándose a la boca la galleta con la que acompañaba su postre. — Cuéntame, ¿qué hiciste mientras tanto?

— Desquité mi coraje. Y luego nada, me la pasé... aburrido... comiendo... y pensando... en ti. — Miró a su marido.

— Mi vida, yo pensaba en ti todo el tiempo, pero no es bueno que te molestes y...

— Está bien. Ya no estoy molesto. Saqué todo lo que tenía y todo está bien, de hecho creo que irá de bien a mejor y luego a súper. —Minhyun sonrió y acarició el cabello de su esposo.

— Eres tan lindo y tierno. —Le limpió de los labios los restos de helado y acercó su rostro. — Y cada vez te amo más. —Susurró contra los labios del menor antes de rozarlos en un suave beso. Se separaron y Minhyun tomó el bote de helado de las manos ajenas y lo dejó sobre la mesita de la sala mientras Ren sólo lo observaba en silencio y con una sonrisa. El mayor se puso de rodillas frente a su esposo y le dio un par de besos en el vientre.
— Min, pequeño Min, aún no naces y ya eres el bebé más hermoso de todos, pero eso no es excusa para que quieras adueñarte de mami. Yo también quiero atención de está belleza encarnada, y ¿qué crees, bebé? Te voy a robar la atención de mami al menos un par de horas para volver a robarle el corazón. —Dejó otro beso en el abultado vientre de su esposo y alzó la mirada mientras se ponía de pie. — ¿Qué me dices a eso, mi vida?

 — ¿Qué me dices a eso, mi vida?

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Ren rodeó con sus brazos el cuello de su marido y deslizó sus dedos entre el cabello del mismo

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Ren rodeó con sus brazos el cuello de su marido y deslizó sus dedos entre el cabello del mismo. De pronto alejó al mayor rompiendo el beso y corrió al baño. Volvió dos minutos después, se paró detrás de su marido y lo abrazó.

Cien millones de razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora