El Príncipe Park no era muy querido por su propio clan, incluidos su único hijo y esposa. El odio a ese vampiro aumentó drásticamente con lo que estaba planeando hacer, en la sociedad vampirica las reglas y costumbres lo eran todo, haciendo que ningún vampiro fuera en contra de su líder, aún si eso significaba seguirlo a la guerra. No era la primera guerra que surgía entre vampiros pero si era muy innecesaria e imprudente.
—¡Nos iremos a media noche!— ordenó con rudeza.
Nadie iba en su contra, su pequeño hijo (de no más de once años) se aferró al largo vestido de su madre mientras temblaba bajo la fría mirada de su padre ¿Por qué no los quería? ¿Por qué no podían tener un hogar más parecido al del Príncipe Kim? Sintió ganas de llorar pero las retuvo, sabía lo que pasaría si lloraba delante de su padre, no quería soportar nuevamente ese castigo impuesto sólo por los líderes de clan.
Todos los adultos salieron del Aquelarre con un sólo objetivo: Ganar la guerra y volver a su hogar con sus familias. Sus ojos se abrieron de golpe al escuchar gritos y sonidos extraños ¿Qué estaba sucediendo? Se levantó sobresaltado dirigiéndose a la puerta de su habitación, estaba asegurada desde afuera, había olvidado que su padre lo encerraba en la habitación para evitar que se escapará. Miró alrededor ansioso, los gritos habían aumentado.
—¡No!— un grito lleno de terror.
Se quedó inmóvil en medio de la habitación con la vista clavada en la puerta, temblando y reteniendo sus lágrimas ¿Qué podía hacer? Pasó saliva y miró hacia atrás, la silla parecía su única opción, la tomó y corrió hacia la puerta para intentar romperla. La silla se rompió asustandolo pero la madera de la puerta era demasiado resistente ni un rasguño era visible, los gritos aumentaron, se tapó los oídos y cerró los ojos, quería estar en los brazos de su madre.
—No...— susurró.
La perilla de la puerta se movía, alguien estaba intentando entrar, se escondió bajo la cama y tapó su boca evitando que sus sollozos se escucharán. La puerta fue derribada y pasos tranquilos se escucharon, cerró los ojos y esperó pero sus pies fueron agarrados, gritó al ser arrastrado fuera de la cama y llevado al pasillo. Habían muchos vampiros, no reconocía a ninguno, no eran parte de su clan.
—¡Llevenlos afuera!— ordenó uno.
Su muñeca fue agarrada con rudeza, no intentó oponerse, no tendría caso. Se dejó llevar mientras miraba su hogar siendo saqueado y destrozado por desconocidos, los adultos del clan estaban en la guerra, así que solo habían niños y algunas mujeres. Miró los cuerpos ensangrentados de niños y mujeres tendidos en el suelo, inmóviles, sin vida. Fuera del castillo, habían más cadáveres pero también una pequeña fila de los que parecían ser los sobrevivientes.
—¡Quemenlo! ¡Y traigan a nuestros nuevos prisioneros!— otra orden.
Mientras la mayoría de clanes estaban envueltos en una sangrienta guerra, los vampiros desertores o sin clan habían aprovechado para atacar los aquelarres desprotegidos, como el suyo. Miró alrededor, no habían muchos de los suyos y la mayoría estaba petrificada por el shook o demasiado heridos para hacer algo, le llamó la atención que la mayoría eran chicos de su edad y no habían mujeres presentes.
—Iremos a un nuevo hogar, pequeños— les habló con aparente amabilidad.
—Tendrán que entrenar duro— comentó otro.
No quería eso, quería estar con su madre, quería estar en su hogar esperando a que volviera de esa horrible guerra que su padre había causado. Miró al castillo, iluminaba la noche con los colores del atardecer, rojo, naranja y amarillo. Ardía con fiereza, el fuego se reflejaba en sus ojos rojos y el humo fue su excusa perfecta para llorar, las lágrimas fueron liberadas de su encierro permanente. Fue pateado al suelo, al parecer no había escuchado una nueva orden.
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♥ Aquelarre ♥ Chankai [Exo]
VampireEl amor no está prohibido. No se puede evitar amar. El verdadero problema es ¿Quién esta dispuesto a arriesgarse por vivir aquel sentimiento tan complicado e imposible de controlar? Los clanes siempre están en guerra, aunque no estén peleando físi...